21 de febrero de 2025

Clarin Veracruzano

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Este es el mito de los gremlins, el terror de los aviones de guerra

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Estas pequeñas y malévolas criaturas hicieron la vida imposible a los aviadores de ambos bandos durante las dos guerras mundiales.

Lo primero de todo: olvidémonos del cine. Es verdad que para muchos espectadores de 1984 la existencia de los gremlins les fue revelada cuando vieron la película del mismo título dirigida por Joe Dante y producida por Steven Spielberg (y su segunda parte, que llegó en 1990), pero las libertades creativas que en ellas se tomaron desvirtuaban el mito sin remedio. No, los gremlins no tienen ninguna relación con los mogwais (que a su vez son espíritus malévolos originarios del folclore chino); no, no se multiplican cuando se mojan; y no, definitivamente no necesitan comer después de medianoche para volverse malvados. Ya lo son bastante por sí solos.

Aclarado esto, los orígenes del mito definen efectivamente a los gremlins como pequeñas criaturas –aunque su tamaño puede variar– propensas a desatar el caos y la destrucción, pero su leyenda está confinada en un campo muy concreto: el de la aviación. El término –posiblemente derivado de un antiguo vocablo inglés, greme o gremian, que significa ‘irritar’ o ‘molestar’– comenzó a utilizarse a principios del siglo XX y se hizo enormemente popular durante las dos guerras mundiales. Lo mejor de todo: en ambos bandos.

Mecánicos malignos

¿Pero qué es un gremlin exactamente? Quizá la definición más completa sea la de un diablillo travieso, especializado en sabotear los aviones en vuelo provocándoles todo tipo de averías y complicaciones. Se les atribuyen fallos eléctricos, cortes de las comunicaciones, aterrizajes forzosos, cables arrancados, fusibles estropeados, alas rajadas, ruedas reventadas…

Se decía que vaciaban los tanques sorbiendo el combustible con tubos o que llenaban de arena las bombas o el equipamiento eléctrico más sensible. También atacaban los nervios de los pilotos golpeando ruidosamente el fuselaje, cuando no rompían las ventanas directamente, entre otras muchas fechorías. A veces actuaban solos, pero era más habitual que lo hicieran en grupo.

Criaturas vengativas

Los duendes y demonios aficionados a enredar abundan en el folclore, pero ¿de dónde viene el interés de los gremlins por la aviación? La habilidad de estas criaturas con la maquinaria es reconocida en todas las versiones sobre sus orígenes. Según algunas, en un principio eran benévolos y ayudaron a la humanidad a desarrollar inventos como la máquina de vapor, y hasta echaron una mano a Benjamin Franklin en su descubrimiento de la electricidad. Pero los humanos nunca agradecieron su contribución, y ellos, despechados, decidieron vengarse y convertirse en criaturas destructoras.

Los gremlins en la prensa

Su historia no fue solo cosa de rumores: la prensa y el propio gobierno británico se ocuparon intensamente de ellos. La primera mención que hizo un periódico sobre su existencia se encuentra en The Spectator, en la segunda década del siglo pasado:

«El antiguo Royal Naval Air Service en 1917, y la recién constituida Royal Air Force en 1918, parecen haber detectado la existencia de una horda de diminutos y malévolos duendecillos cuyo único propósito es […] crear la mayor cantidad posible de los inexplicables contratiempos que, en los tiempos actuales, amargan la vida de los aviadores».

Una historia contagiosa

Unos años después, en 1923, un piloto británico cuya aeronave se estrelló en el mar declaró que el accidente había sido causado por unas pequeñas criaturas que sabotearon el motor y enredaron con los controles. Fue la señal de disparo para que un apreciable número de pilotos comenzara a contar historias similares.

Se dice que, para finales de la década de los 20, era difícil encontrar un aviador británico que no hubiera tenido algún encuentro –por lo general problemático– con los gremlins. Estos creaban ante los pilotos ilusiones ópticas que les hacían creer que iban a estrellarse contra el suelo o una montaña surgida de la nada, se les veía de repente sentados en el morro o en las alas del avión, o emitían ruidos que distraían a los artilleros en pleno combate aéreo.

¿Cuál es el aspecto de los gremlins?

Todas las descripciones coincidían en que su tamaño era más bien pequeño, pero variaban de unos testigos a otros: algunos les daban la apariencia de pequeños elfos de aspecto similar al humano, vestidos con chaquetas color verde o rojo brillante, ataviados con sombreros de plumas y zapatos puntiagudos, y con un color de piel que podía ser verde, rosa, rojo o dorado. Para otros, tenían un aspecto animal, cuerpo peludo, orejas largas y puntiagudas, ojos rojos y brillantes, e incluso cuernos.

Y aún para otros, piel gris y sin pelo, con apariencia de reptil y una gran boca llena de dientes afilados. Tan variados retratos se complementaban con una generosa colección de apéndices, desde membranas en manos y piel a aletas o alas similares a las de los murciélagos. En cuanto a su altura, podía variar de quince centímetros a casi un metro.

Si los gremlins se hicieron populares durante la Primera Guerra Mundial, su fama regresó, corregida y aumentada, durante la Segunda, cuando se multiplicaron los informes sobre sus actividades. La mayoría procedían de la Real Fuerza Aérea británica (RAF) o de la Unidad de Reconocimiento Fotográfico de este cuerpo, cuyos aviones operaban siempre a gran altura.

La leyenda se globaliza

Cuando Estados Unidos entró en el conflicto en diciembre de 1941 y sus pilotos unieron fuerzas con los ingleses, los norteamericanos comenzaron también a informar de la presencia de extrañas criaturas que jugaban con los alerones de los aviones, poniendo los vuelos en peligro.

Era inevitable que se pensara que detrás de todo aquello estaba algún arma secreta del ejército alemán… Hasta que empezaron a recibirse informes confidenciales que aseguraban que la aviación nazi estaba viviendo sus propias y desagradables experiencias con gremlins. Estaba claro que, a la hora de hacerse notar, las malévolas criaturas no tenían preferencias.

Los gremlins en la cultura popular

Estos seres comenzaron a protagonizar campañas de propaganda entre la milicia, donde se los utilizaba como sinónimo de desastre y se recordaba a los soldados la importancia de extremar el cuidado de sus aeronaves. También llegaron sus primeras incursiones en la ficción: en 1943, el escritor Roald Dahl, que había servido en la RAF, escribió una novelita infantil titulada Los gremlins.

Ese mismo año se estrenó el corto de animación Fuera abajo, conejo (Falling Hare), donde el mismísimo Bugs Bunny se enfrentaba a un gremlin que intentaba sabotear un avión de guerra.

Una explicación racional

¿Qué explicación había a todo esto? No tenía ningún sentido que un número tan elevado de pilotos se arriesgara a manchar su expediente narrando que había visto duendecillos enredando en su nave.

Una posible respuesta está en la deficiente presurización de las cabinas de la época, lo que producía alucinaciones en los pilotos. También es probable que los gremlins sirvieran como excusa para justificar accidentes causados por errores humanos.

Hoy apenas son recordados, salvo como una broma entre los aviadores más veteranos y como estrellas de dos películas de éxito.

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