MÁS PIEZAS DE LA BATALLA DE 1832 PARA EL MUSEO HISTÓRICO DE TOLOME
10 minutos de lecturaContinuamos trabajando para que el Museo Histórico de Tolome se haga realidad y el Todopoderoso nos ha bendecido grandemente. El pasado 3 de marzo impartí mi conferencia «La batalla de Tolome en 1832: sacrificio en defensa del orden constitucional» por la 189a. Conmemoración de este combate. Con la participación de los amigos del grupo ciudadano Tolome Unido, del agente municipal del pueblo y el apoyo del ayuntamiento de Paso de Ovejas, se logró el evento y durante mi exposición, presenté por primera vez al público que asistió, 3 balas de cañón que fueron halladas en el siglo pasado en distintos puntos del campo de batalla, como evidencia tangible de que en el territorio del pueblo de Tolome sucedió un combate donde se empleó artillería militar del siglo XIX.
El estudio detallado de numerosos documentos militares referentes a esta batalla, especialmente del Parte Circunstanciado que el vencedor general José María Calderón Garcés, envío al presidente Anastasio Bustamante y al ministro de guerra, José Facio, aunado al plano de la batalla que me permitió iniciar esta investigación en 2018, me permitieron concluir que aquel día, se emplearon por el lado del ejército federal, 3 cañones ligeros. Mismos que emplazados en dos elevaciones paralelas al camino real de Veracruz a México, les permitieron bombardear durante al menos 4 horas y sin recibir fuego de contra-batería por parte de la fuerza comandada por el general Antonio López de Santa Anna.
Al estar ocultos los hombres de Santa Anna en las dos Lomas de Tolome, en los médanos, la ribera del río cerca del puente y en las mismas chozas con techo de palma del pueblecito de Tolome, un bombardeo tan prolongado debió tener la finalidad no solo de preparar y ocultar el asalto de la infantería federal contra los rebeldes, sino de obligarlos a salir a campo descubierto dejando al descubierto sus posiciones, desmoralizarlos y privarlos de refugios seguros, disparando tiros de trayectoria parabólica.
Los informes que he consultado no señalan el calibre o peso de la bala de los cañones empleados, y que eran parte de la dotación de armas que Calderón traía desde Xalapa para poner sitio a la ciudad amurallada de Veracruz. Por lo que conociendo la artillería de la época, podía esperar que se tratase de los cañones pequeños de a 4 libras hasta los muy pesados de a 36.
Hoy, tenemos una respuesta para esta incógnita.
Consultando «En las prisiones de México», obra del ingeniero alemán Eduard Harkort que fue ayudante de campo de Santa Anna durante la batalla y el único combatiente que conocemos -hasta la fecha- que haya dejado por escrito su experiencia personal en esta función de armas, se lee que:
«De repente oímos el estrepitoso sonido de varios cañones pesados que el enemigo había aproximado. Yo estaba con el general en ese momento cuando las primeras granadas silbaron encima de nosotros y explotaron muy cerca. Durante las próximas cuatro horas llovieron granadas, balas de cañón y metralla. Nos retiramos despacio al barranco mencionado en donde nos preparamos para aguantar el bombardeo. Como no teníamos artillería, solamente podíamos esperar que el enemigo cruzara el puente y atacarle allí…».
Con su experiencia previa a llegar a México, realizando servicio militar en la artillería del reino de Prusia, Harkort conocía los distintos tipos de proyectiles que les estaban prácticamente lloviendo del cielo y contra los que no tenían ninguna defensa, excepto salir lo antes posible del área de bombardeo, a riesgo de ser divisados por el enemigo.
Durante meses he revisado exhaustivamente todas las fuentes posibles que pudiesen informar de un combate con cañones en Tolome, y si bien el sitio era propicio para las emboscadas a los convoyes realistas que bajaban escoltados de Xalapa a Veracruz, con mercancías y dinero de la Real Hacienda, por la geografía de las Lomas de Tolome que permitían ocultar contingentes, estos no pasaban de ser escaramuzas o persecuciones con fuego de fusilería. Estos encuentros se dieron varias veces durante la Guerra de Independencia (1810-1821).
El único episodio histórico donde está confirmado y se detalla el uso de estas armas y municione en Tolomes, es precisamente la batalla del 3 de marzo de 1832.
Los tres proyectiles que presenté al público durante la conferencia tienen también su historia. Como informo a ustedes en el mosaico de fotografías que acompañan a esta publicación, se trata de 3 balas de cañón de 3 calibres diversos: 6, 12 y 18 libras de peso, como se clasificaban desde siglos antes.
Las dos primeras son propiedad de mi «hermana» y colega comunicóloga originaria de Tolome, Dolores Eugenia Roa Romero, quien las heredó de su padre, el señor Vicente Roa Arcos, quien fuera sobrestante o capataz mayor de una obra de construcción, durante los trabajos de 1928 a 1938 que convirtieron la terracería del camino real de Veracruz a México, en una carretera pavimentada para el uso de pesados automotores, una tecnología que en el siglo XX fue desplazando al ferrocarril como principal medio de transportación de carga pesada. El señor Vicente Roa recibió estas dos balas por parte de uno de los trabajadores en 1936. Entrevistada por mi, mi colega de profesión me dio el dato clave de donde fueron encontradas. El lugar corresponde en el mapa de la batalla, al sitio donde Santa Anna acampó horas antes del inicio de la refriega y está perfectamente dentro del alcance de los cañones de 6 y 12 libras. Lo que sugiere que desde su ventaja en los cerros, la artillería de Calderón machacó con su fuego más allá de las Lomas de Tolome, arruinando así parte de la emboscada planeada por Santa Anna, al obligar a sus hombres a dispersarse buscando refugio y a adoptar una posición puramente defensiva. Ambos proyectiles, a pedido mío, ella y su esposo los llevaron a la conferencia y tuve tiempo de hacerles un estudio preliminar.
La otra bala, la mayor, tiene un calibre de a 18 libras y fue donada en 2020 por la señora Juana Morales Morales. Ella nos contó que fue hallada entre 1978 y 1980 por su difunto esposo Alfredo Mata Morales, originario de Tolome, mientras construía un «instante» o poste de madera. Lo interesante de este proyectil, es que su trayectoria de disparo le llevó a caer en el área que según el mapa de la batalla, ocupaba el pueblecito original de Tolome, ubicado en un barranco poco profundo a un costado del camino real y frente a las Lomas de Tolome, que le daban cierta protección de los vientos del norte.
Esto concuerda con el relato de Harkort, que menciona que las granadas explosivas causaban estallidos entre la infantería, si bien muchas cayeron en la espesura (y seguramente no fueron recuperadas posteriormente por lo escarpado del terreno y la caída de la noche apenas una hora después de finalizado el combate). Menciona algo muy revelador:
«La metralla hizo mucho daño, especialmente a las tropas estacionadas cerca del camino detrás de las chozas de cañas —que ofrecían poca protección; las balas perforaron ruidosamente las frágiles paredes»
La mortal combinación de disparos de metralla y pesadas balas de hierro a alta velocidad contra las chozas del pueblo de Tolome, ayudó a que los soldados federales avanzaran al asalto sin hallar una oposición significativa y obligar a Santa Anna a defender sus posiciones en circunstancias de inferioridad numérica de 3 a 1 y peor aún, sin cañones para apoyar a su infantería o rechazar a la avalancha enemiga que se le venía encima.
Es posible que la bala de 18 libras que doña Juana Morales donó al Museo Histórico de Tolome, haya sido una de esas que impactaron contra las casas de ese desaparecido pueblo original de Tolome, ubicado en las afueras del actual en dirección hacia Paso de Ovejas. No tenemos información de que los habitantes de ese Tolome en 1832 hayan participado en la batalla, siendo posible, que hayan confraternizado con los hombres de Santa Anna cuando arribaron en las primeras horas de la mañana y se hayan retirado cuando inició el bombardeo que azotó a su pueblo como una lluvia de fuego.
Con la información y evidencia disponibles, podemos deducir con seguridad que al menos en Tolome, se dispararon proyectiles de impacto esféricos de 3 calibres diferentes, que pudieron pertenecer a tres piezas de artillería distintas o a una grande que pudiese disparar los calibres inferiores. Podría tratarse, en el mejor de los casos, de los proyectiles de los 3 cañones que menciona el general Calderón en su Parte Circunstanciado. Los calibres de las balas pertenecen efectivamente, a lo que en el siglo XIX, se denominaba «artillería ligera», aunque el cañón de a 18 libras entraba en el rango de «artillería media», siendo los calibres de a 24, 36 y 68 libras los pesados. Pero esto posiblemente jamás lo sabremos con absoluta certeza.
Sin embargo, a nivel personal, es una gran alegría y satisfacción el poder decir que al menos dentro de lo razonable y sin falsificar la evidencia, por una vez podemos «hacer visible y tangible la realidad de la historia».
Pues sabíamos mucho del combate de Tolome por documentos pero a diferencia de otros campos de batalla como Cerro Gordo o La Angostura, no teníamos hasta el 18 de agosto de 2020, ningún objeto (proyectiles, botones, espadas, bayonetas, etc.) que evidenciara físicamente que en determinado sitio se realizó un sangriento combate de 6 horas de duración implicando fuego de artillería, disparos de fusilería y cargas de caballería. Cargar en las manos esta parte de la historia es realmente una experiencia única.
El proyecto del Museo Histórico de Tolome avanza lento pero firme, con cada quien haciendo su parte: ya se nos autorizó un terreno para edificarlo junto al antiguo camino real, ya tenemos algunas piezas prehispánicas que nos fueron donadas en 2020 y otras, me comunicaron recientemente, se podrían añadir una vez que el Museo exista y tenga las condiciones de seguridad para resguardarlas. Es la preocupación de varias personas que prometieron donar piezas y es muy comprensible.
Yo por mi parte, donaré copia de los abundantes documentos que he logrado recopilar de la historia y batalla de Tolome, algunos de ellos escasamente conocidos. Mientras llega ese momento, continúo las investigaciones de archivo y las expediciones de campo para ampliar el conocimiento del pueblo de Tolome.
Sabemos mucho en lo general, pero quiero llenar los pequeños e importantes vacíos en torno a este episodio de la historia de México. Este año, una vez pasadas las elecciones y unos eventos importantes en septiembre, espero repetir la travesía caminando los aproximadamente 156 kilómetros del camino real Veracruz-México entre las ciudades de Veracruz y Perote, pasando por Xalapa. 24 kilómetros de esta ruta comprenden la ruta que siguió el general Calderón entre el 1 y 3 de marzo de 1832, cuando dejó su campamento en Santa Fe para retirarse hacia Puente Nacional, un movimiento táctico que parecería una debilidad o derrota anticipada, pero que era en realidad una trampa para atraer a Santa Anna a dejar la seguridad de las murallas de Veracruz y así poder batirlo a campo abierto aprovechando su superioridad numérica; tal como sucedió en Tolome. Recorrer esta ruta añadirá más interés a esta travesía de senderismo cultural, además de permitirme captar otras facetas y recopilar otros datos.
Soy un hombre nacido bajo el signo de Capricornio, y si existe algo que puede llegar a frustrar a los que son como yo, es no poder llevar la teoría a la práctica o no poder abarcar y visualizar la realidad bajo distintas ópticas que aumenten la sabiduría a través no solo del estudio, sino también de la experiencia en vivo.
También estoy trabajando para terminar el libro referente a la batalla de 1832, comenzando con sus antecedentes, añadiendo multitud de datos geográficos, históricos, arquitectónicos, meteorológicos, hidrográficos, militares, etc. Y finalizando en 2021, mencionando todo el trabajo que se ha hecho y sus logros, con los amigos de Tolome Unido, las familias del pueblo y las autoridades municipales.
Si se logra una edición con suficientes ejemplares, espero poder donar ejemplares a varias bibliotecas, instituciones y centros de investigación de historia, a fin de que este conocimiento se difunda lo más ampliamente posible dentro y fuera de México. Uno de esos sitios en mi lista, es el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales en la ciudad de Xalapa, donde siempre he sido bien recibido y apoyado por la bibliotecaria Edith Alarcón Trujillo y varios amigos historiadores que me han distinguido con su amistad y sabios consejos.
Una vez que el edificio esté listo, espero esto anime a más personas a donar piezas, cumpliendo con los requisitos que marca la ley, para que todo se haga con transparencia y se les reconozca -como debe ser- su contribución a dar a conocer la historia de su pueblo ante el mundo. El Museo Histórico de Tolome será también un atractivo para el turismo cultural que viaje por los pueblos del camino real y del municipio de Paso de Ovejas, una tarea en la cual también nos estamos ocupando ya y que al lograrse, permitirá abrir nuevas fuentes de empleo y una derrama económica beneficiando a los propios pobladores si estos también hacen la parte que les corresponde.
Y quizá, soñando a futuro, este éxito pueda replicarse en otros pueblos del camino real y cada uno aporte su porción a la historia, generando además una ruta de museos del Camino Real bajo un esquema de cooperación mutua y un plan en común que ayude a reactivar e incentivar la economía tan golpeada por la pandemia de Covid-19 en estos tiempos.
Hace falta mucho apoyo y medios pero nadie dijo que esto fuera sencillo pero tampoco imposible de lograr.
Me despido, queridos amigos, pues el trabajo no termina y menos si es de la clase que nos gusta y apasiona. Que tengan felices vacaciones de Semana Santa y regresen sanos y salvos.
¡Benditos sean todos!