EXPEDICIÓN DEL CAMINO REAL DE MEXICO A VERACRUZ: PUENTE NACIONAL AL PASO SAN JUAN (Diciembre 20-22 de 2020 PARTE 1 De 3)
33 minutos de lectura¡¡¡Feliz inicio de semana, queridos amigos!!!
Espero se encuentren todos felices y saludables a pocos días de finalizar el invierno y comenzar la primavera en el norte del hemisferio occidental. Les comparto esta vez la reseña y resultados de la expedición que en compañía de mi gran amiga y colega fotógrafa Ana María Andrade Rodríguez, realizamos en diciembre de 2020; acompañados por nuestro amigo pasovejense Roberto Carlos Olmos Vázquez.
Esta expedición de reconocimiento actualizado para el camino real de Veracruz a México, la diseñé originalmente para el tramo de Perote a Xalapa, pero no se consiguieron los recursos a tiempo, la fecha de arranque programada era el 12 de diciembre. Aparte, no teníamos equipo apropiado para el clima frío de esta región, que a su vez se vio azotada por fuertes heladas en la primera semana de diciembre y pese a las gestiones que hice con dos entidades para conseguir los medios, la pandemia, la burocracia y el exceso de trámites que a final de cuentas no condujeron a nada, complicaron las cosas a tal grado, que para el 13 de diciembre pensé que no se realizaría la travesía en este año.
Ana María y yo somos miembros fundadores del Equipo de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México desde el 21 de agosto de 2016 que lo iniciamos con otros amigos. Hemos realizado desde diciembre de 2017, una o dos grandes expediciones documentales anuales a lo largo de distintas rutas históricas y cientos de kilómetros. Nuestro equipo EXESCR o de los «caminantes reales» como muchos nos conocen, es básicamente un grupo de investigadores de historia que entre las numerosas herramientas que poseemos, está la práctica del senderismo y la exploración de campo; por ello nos relacionamos a veces con grupos de senderismo cuya meta es deportiva o de esparcimiento, pero para nosotros es la investigación, el generar nuevos conocimientos e inmortalizar nuestro mundo en las diferentes modalidades que nos da la tecnología moderna.
Denomino «expediciones» y no «excursiones» a las travesías que emprendemos y que duran de 3 a 16 días, con una meta bien definida, con mapa, rutas y puntos de interés, programa de actividades en sitios ya conocidos y nuevos por explorar. En el transcurso de esas expediciones cargamos lo necesario para estar separados de la seguridad del hogar y mezcla de mochileros, senderistas, montañistas y exploradores territoriales, caminamos para documentar, conocer, generar nuevas rutas, confirmar otras y el material que traemos en videos, fotografías, mapas, datos, entrevistas, muestras de material, etc., nos ayuda a cimentar con firmeza el trabajo de investigación y ayudar a su vez, en otras áreas como el turismo, la cultura, la difusión histórica, entre otras.
Así, en nuestro historial hemos logrado caminar y documentar el camino real del Consulado de Veracruz a lo largo de 156 kilómetros en diciembre de 2017, el camino real viejo de La Antigua a la Ventilla con 50 kilómetros a partir del arroyo de Río Medio en mayo de 2018. También la primera Ruta de Cortés, caminando 78 kilómetros de Veracruz a Villa Rica en junio de 2019. Y la segunda Ruta de Cortés, avanzando a lo largo de 146 kilómetros de Villa Rica hasta Xico Viejo en agosto de 2019, conmemorando con ambos viajes los 500 años de la llegada de la armada de Cortés a Mesoamérica y el inicio de la presencia permanente europea en estas tierras.
A lo largo de cada año, realizamos decenas de misiones menores, cubriendo diferentes temáticas de investigación. La mayor parte las realizo yo sólo y Ana María me complementa en las demás como fotógrafa de apoyo y con su experiencia práctica para resolver todo tipo de problemas. Juntos hacemos un buen equipo y mantenemos al EXESCR en actividad, pues nuestros otros colegas tienen por el momento demasiadas actividades en sus propias profesiones.
Debido a todo lo mencionado, pensamos que en 2020 no tendríamos oportunidad de hacer una expedición grande como las de otros años. Las organizamos con 7 a 3 meses de anticipación y volcamos en ellas lo mejor de nuestro esfuerzo teórico y práctico, conseguimos los equipos, patrocinios, avisamos a los amigos que quieran participar y cubrimos todos los aspectos posibles, desde la meteorología hasta la logística y los sitios de descanso. Afortunadamente, una de las dos entidades que nos prometieron apoyo, EMPRESAS CON VALOR, me avisó que sí se iba a realizar y me cumplieron el miércoles 16 de diciembre.
Debido al corto tiempo que dispuse entre activar la expedición con la seguridad de que sí se realizaría, ya no pude avisar a los amigos de otros Estados para que nos acompañaran en todo el viaje y solo hice la invitación a los del equipo EXESCR, algunos de mi ciudad y de los municipios por donde caminaríamos. Para esta expedición esperaba contar con la participación de un geógrafo, de una bióloga, un historiador y de un veterinario-zootecnista, complementando el trabajo ya realizado.
Con la experiencia de otros años, reorganicé la expedición, que tenia 3 fases: 1) Xalapa-Perote, 2) Xalapa-Puente Nacional y 3) Puente Nacional-Veracruz. Cada una de 50 a 55 kilómetros. Así que pospuse la primera y redefiní la tercera, que sería en clima mucho más cálido y menos exigente en equipo. El plan quedó en caminar desde el puente peatonal de Tamarindo en el municipio de Puente Nacional y siguiendo lo más fielmente posible el camino real, llegar por la noche del primer día a la villa Paso de Ovejas tras recorrer aproximadamente 11 kilómetros. El segundo día sería de 17.4 kilómetros hasta Puente Jula y el tercero de solo 1.5 hasta el pueblo del Paso San Juan. Las distancias se condicionaron por los sitios donde podríamos alojarnos y pasar la noche. La expectativa era integrar un contingente con al menos 6 personas.
Otro condicionante para las distancias era disponer de tiempo suficiente para realizar las actividades. Caminar y cansarse era secundario, no era nuestra finalidad. No era un viaje de placer ni de excursión recreativa. Aunque los beneficios y goces de tales actividades vienen implícitas con el trabajo científico. Trabajamos pero también disfrutamos inmensamente, siempre hallamos y aprendemos cosas nuevas, conocemos nuevas personas y obtenemos resultados.
Nuestro objetivo era múltiple y organicé la expedición de forma que se pudiese cumplir. Teníamos la ventaja inapreciable de que Ana María y yo conocemos ya esta ruta desde la gran expedición de 2017 y yo tengo ya 8 años trabajando en ella. Tenemos muchos amigos y conocidos en los pueblos que la integran y eso le da un ambiente festivo y agradable a nuestras actividades.
Nuestros objetivos eran:
- Como parte nueva, recorrer la mitad del municipio de Puente Nacional, de oeste a este, bajando desde Tamarindo a la cabecera municipal. Ahí, en el palacio municipal y ya con los permisos correspondientes, examinar un tubo de metal largo y comprobar si se trata de una pieza de artillería antigua. Después, en las proximidades del Puente del Rey, hacer un reconocimiento preliminar de lo que parecen ser varios hornos de cal y ladrillos de la época en que se fabricó el famoso puente sobre el río La Antigua.
- Desde Tamarindo hasta el Paso San Juan, debía hacer un nuevo mapeo GPS y ubicar con mayor precisión los distintos vestigios antiguos del camino real y los existentes en los pueblos a su orilla, para elaborar un catálogo actualizado de sitios históricos que podrían restaurarse en un futuro no muy lejano, añadiendo obras de carácter social para los pobladores. Lo que a su vez, ayudaría a fomentar el turismo y la inversión en ellos. Ya lo hice para la primera y segunda Rutas de Cortés y con esto añadiría el camino real del siglo XIX que se enlaza con la última precisamente en Puente Nacional. Por experiencia de más de una década, he visto como el camino real cada año pierde parte de sus vestigios antiguos ya sea por remodelación, sepultura o destrucción por parte de los municipios, autoridades federales o particulares, por eso era importante actualizar la información y comparar lo existente en 2017 y 2020.
- Inaugurar en un solo viaje, este tramo de 30 kilómetros del camino real como ruta histórica para el turismo cultural y el senderismo. La he recorrido totalmente por partes en varias ocasiones desde 2012 y esta vez, como le propuse el año pasado a mis amigos de Paso de Ovejas, haría realidad el recorrerla en una sola travesía de 3 días. Esta sería la primera vez que hiciéramos el viaje desde el terreno alto hacia la costa, ya que usualmente lo hacemos siguiendo el camino desde Veracruz hacia México. Debía actualizar la información, pues la pandemia de Covid-19 y la cuarentena han golpeado severamente al sector turístico y a quienes dependen de el, desde guías hasta hoteles y tiendas, muchos de los cuáles han quebrado o cerrado temporalmente.
- A la información de historia, arquitectura, geografía, ingeniería y meteorología, le añadiríamos la de flora y fauna de la región, identificando las especies y los sitios donde se avistasen.
- Haríamos exploración buscando nuevos elementos que ayuden a reconstruir o enriquecer la historia de los pueblos: placas, lápidas, inscripciones, construcciones, caminos, entrar al interior de sitios de difícil acceso, etc.
El cuerpo de la expedición a tiempo completo lo conformaríamos Ana María y yo, representando al equipo EXESCR y elegí a quienes invitaría a participar, pues hay que tener cuidado con los buscadores de tesoros, saqueadores de sitios prehispánicos o quienes buscan fenómenos paranormales. Así como de muchos buscadores de oro disfrazados de investigadores de la historia, que tanto abundan en México y que en su afán de hallar una moneda, destrozan el patrimonio histórico en forma irreparable e irremplazable. Conozco a varios y he visto los tristes resultados que dejan a su paso. Y aunque a veces puedo parecer pesado o de mal gusto, predico con el ejemplo y les digo que el trabajo que realizamos es «conocer y preservar» y no «tergiversar y saquear».
Tenemos por costumbre partir en sábado para que los amigos que descansan ese día o trabajan medio tiempo, puedan acompañarnos desde el inicio de la marcha o poco después. El plan inicial era salir de Veracruz a Tamarindo el sábado 19 de diciembre y finalizar el lunes 21 o martes 22. Pero nuestra bióloga invitada, mi amiga Esther Deni Espinoza Guillen, vendría desde la lejana ciudad de Pachuca pero no alcanzaría a llegar a tiempo: la pandemia alteró en todo México las corridas de autobuses reduciendo la disponibilidad. Por ello, decidí esperarla un día más para que pudiese participar.
Para el equipamiento, Ana María y yo usamos el mismo que llevamos en 2017 para estar fuera de casa 15 días. Con la excepción de que no cargamos las tiendas de campaña, pues el plan incluía pasar la noche a cubierto en hoteles, dado que las temperaturas estaban entre 18 y 15 grados por la madrugada en la región a donde iríamos. Como novedad, ella llevó su mochila y sleeping montados en una vistosa estructura de aluminio grande a la espalda que logró adquirir en una fabulosa oportunidad a solo $ 20 pesos, lo que ayuda a aligerar el peso a cargar y la marcha. Es el mismo sistema de mi mochila impermeable SPARROWE PROFESSIONAL y que únicamente uso para estas expediciones. Para las excursiones o expediciones menores tengo dos mochilas de ataque EVEREST de 30 litros y una GOLDEN STAR de 60.
El único equipo importante que no pude conseguir por su alto costo que superaba nuestro presupuesto y la ayuda que nos dieron, fue la estación meteorológica portátil. Nos hubiese permitido tener el el registro de las condiciones del clima en tiempo real en cada sitio donde desempeñaríamos nuestra actividad.
Cargamos las cámaras fotográficas, equipo para hacer mediciones, chamarras ligeras, sleeping, tapetes enrollables, botiquines bien surtidos, doble ración de agua y nuestras varas largas de caminante. La insignia del equipo EXESCR en el pecho y mucho optimismo, decisión y fuerza de voluntad. O como suscribe nuestro lema desde 2017, las 3 cualidades que distinguen el trabajo de nuestra agrupación y que las hemos hecho realidad más allá de las palabras: ESFUERZO (para realizar de inicio a fin lo que se proyecta así tengamos en contra el clima o a la gente), VALOR (para enfrentar lo conocido y lo desconocido, donde otros no se atreven a llegar) y SACRIFICIO (para vencer las penalidades que esto acarrea cuando va por delante el bien de los demás y superar el egocentrismo en el que todos los humanos caemos alguna vez).
Tras casi 4 días de preparativos rápidos y agotadores, pudimos iniciar la EXPEDICIÓN DEL CAMINO REAL DE MÉXICO A VERACRUZ: PUENTE NACIONAL AL PASO SAN JUAN. Dada la extensión de la expedición, esta humilde crónica la dividiré en tres partes, una por cada día del viaje.
PRIMER DÍA. DOMINGO 19 DE DICIEMBRE DE 2020.
Esther Deni arribó a la ciudad de Veracruz a medianoche del sábado y solo pudimos disponer de unas pocas horas para descansar. A las 7:00 AM nos reunimos con Ana María en la gasolinería La Kavi, en la zona norte de la ciudad, para abordar el autobús TRV que nos llevaría al pueblo de Tamarindo, colindante con la cabecera municipal de Puente Nacional en el punto donde unen los carriles que llevan de Veracruz a Xalapa por Cardel (el que tomamos nosotros) y el que sube por Paso de Ovejas, mismo que se aborda en la zona sur de mi ciudad.
El autobús arribó a la terminal de la ciudad de Cardel, cabecera del municipio de La Antigua hacia las 8:20 AM. De repente nuestra invitada se sintió muy mal y decidió quedarse en Cardel. Fue el fin de su participación en esta expedición.
Tras confirmar eso y una larga espera en la terminal, a las 8:09 AM por fin llegamos a Tamarindo. Cité a los amigos invitados en el puente peatonal sobre la carretera libre de Veracruz a Xalapa y que es parada de autobuses, a las 10:00 AM. Así que dispusimos de casi una hora para desayunar y redefinir el plan para suplir la ausencia de nuestra bióloga invitada. Como esto le sucede a casi todos los que hacen senderismo o expediciones, de que alguien no asiste a última hora o minuto, no fue grave para mi y la experiencia me ha enseñado, a «trazar planes dentro de otros planes» como indica el general Sun Tzu en su famosa obra EL ARTE DE LA GUERRA. Rápido resolví con Ana María el problema y a las 9:42 AM cruzamos al carril opuesto para esperar a nuestros amigos que habían confirmado su participación.
Como también era de esperarse y es defecto de millones de mexicanos, nadie se presentó y no avisaron. En el transcurso del día y de los siguientes, me llamarían para dar a conocer sus razones: la pandemia, enfermedad, salidas a otros destinos, cambios de plan a última hora con otros amigos o simplemente falta de interés o de fe en sus propias capacidades para realizar esta travesía.
Afortunadamente, el plan no se diseñó empeñando el éxito en los invitados sino en el cuerpo expedicionario del equipo EXESCR, cuya presencia era obligatoria. En un caso muy extremo de quedarme sólo, siendo yo el organizador, jefe y guía de la expedición, podía llevar a cabo la misión. Doce años de experiencia viajando sólo o en pequeños grupos, me han enseñado a ser capaz de serenar mis miedos, de confiar en el Todopoderoso y en mis capacidades, a sobrevivir sólo y a llegar a la meta sin compañía. Cómo le he dicho varias veces a mis compañeros: «Las personas que nos apoyan, no lo hacen para que renunciemos a las primeras dificultades. Así llegue solo uno de nosotros a la meta, no podemos regresar sin presentar resultados, defraudando la fe que tienen en nuestra capacidad».
A las 9:55 AM tras la última revisión del equipo, de nuestras comunicaciones por Whatsapp y Facebook, supimos que ya nadie se presentaría y emprendimos la marcha por el camino real, en su mayor parte reconvertido en carretera desde la década de 1930. Al inspeccionar mis pertrechos, noté que faltaba mi cilindro azul de 750 ml marca ADIDAS que mi amigo Carlos Ochoa García me obsequió en julio de 2019 como su contribución a mi expedición de la segunda Ruta e Cortés. Era mi cantimplora de campaña donde viaja parte de la provisión de agua. Trabajé con este implemento bastante para adaptarlo como reserva de agua portátil sin quitarme la mochila y me acompañó casi año y medio en numerosos viajes a Xalapa y otros lugares. Por cargar mi cámara Nikon Coolpix en su lugar, no lo ajusté bien a mi cuerpo y se quedó en el asiento del TRV rumbo a Xalapa. Por suerte, llevé otro cilindro de 500 ml y lo ajusté a las varillas exteriores de mi mochila, lo suficiente para poder hidratarme sin descargarla. Compré en Tamarindo una botella de agua de 2 litros y la sujeté envuelta en mi chamarra en la parte de atrás.
Vigilé mucho el ir bien aprovisionados de agua, porque dado el día soleado con un descenso de temperatura en 10 grados por la tarde, que iríamos caminando y que además, entre Conejos y Paso de Ovejas no hallaríamos tiendas ni sitios donde recargar agua, íbamos a hacer un buen esfuerzo y mientras más agua tuviésemos en los músculos, mejor resistiríamos. Además el frío engaña al cuerpo y este se concentra en conservar el calor aparentando necesitar menos agua y sudar menos. La estrategia que siempre he seguido en mis expediciones en esta región y que me ha dado invariablemente buen resultado, ha sido economizar fuerzas y mantener siempre bien hidratado el cuerpo. Como no estábamos compitiendo con nadie ni haciendo deporte, nuestra inquietud se centró en sobrevivir dentro de la ruta elegida.
También en Veracruz, nos untamos vaselina en la planta de los pies para flexibilizar la piel y evitar rozones con el calzado y la formación de ampollas. Esto nos funcionó de maravilla en todas las expediciones grandes que hemos realizado y siempre lo recomiendo a quienes nos acompañan.
Así, sin bióloga, sin la mitad de mi reserva de agua portátil y bastante falto de sueño, iniciamos la marcha. Nuestro tiempo de trabajo y camino hasta Paso de Ovejas, sería de aproximadamente de 8 horas y 15 minutos, ya que a mediados de diciembre, el sol se oculta totalmente hacia las 6:15 PM en esta región. Teníamos una ventana de clima fresco y relativamente calmado en vientos entre dos frentes fríos, uno que acababa de terminar dos días antes y otro que se estaba aproximando y que el 24 de diciembre reclamaría su lugar en la historia pues sus vientos alcanzaron velocidades mayores a 130 kilómetros por hora, casi un huracán al inicio del invierno, algo muy pocas veces visto. Salimos de Veracruz con 21 grados y en Puente Nacional la temperatura subió rápidamente hasta 27 grados, con un cielo casi despejado y un sol bastante ardiente en lo alto. Siendo ambos costeños y expedicionarios, estamos perfectamente aclimatados a esas temperaturas y proseguimos sin tropiezo.
Con la experiencia de 2017 y otras visitas a la zona, ubicamos rápidamente 4 alcantarillas -una con un muro de contención-, hicimos el geo-posicionamiento, documentamos el lugar, la flora, la fauna y mantuve el parte meteorológico actualizado cada hora.
A las 10:25 AM y a paso ligero, llegamos frente a la ex-hacienda de Paso de Varas, que antaño fue propiedad del famoso general y presidente Antonio López de Santa Anna entre 1839 y 1866. Tardamos en localizar la alcantarilla que se localiza adelante, pues la maleza está altísima y de la cual en 2013 me salió el único ser vivo de buen tamaño que he hallado en mis viajes en estas aberturas: un conejo de pelaje café y bastante gordito por cierto.
Seguimos muy contentos recordando las peripecias del 2017 con nuestro amigo y colega de equipo, Marcos Zurita Gamboa. Así, a las 11:03 AM arribamos al palacio municipal, donde gracias a las gestiones de mi buen amigo Hugo Ángel Torres Castro, servidor público y originario de Chichicaxtle, el presidente municipal Fabián Sartorius Domínguez autorizó que me dieran facilidades para ingresar y estudiar el tubo de metal. Se trata de una pieza de 2.05 metros de largo, 6.5 centímetros de diámetro en su boca, dividida en 3 cuerpos de grosor progresivo hasta rematar en una base cuadrada de 18 x 18 centímetros. Fue hallado hace años sumergido en el río La Antigua y traído hasta aquí.
Hubo personas que creyeron que se trataba de un cañón antiguo y a simple vista parece una culebrina o una pieza de campaña de a 4 libras de peso la bala, como la que descansa en el parque de Los Cañones en el pueblo de La Joya a orillas de este mismo camino real pero a 80.4 kilómetros al noroeste, más allá de la ciudad de Xalapa. Pedí examinar este objeto como parte del estudio de cañones antiguos que estoy realizando desde junio de 2020 en distintos municipios donde hay piezas antiguas en parques, museos o sitios conmemorativos. Tras trabajar en diez de ellos y con muchas horas de estudio en esa área del conocimiento militar, no fue difícil determinar sin duda alguna, que pese a su aspecto, el tubo no es en forma alguna un cañón.
Trabajé alrededor de 20 minutos documentando todos los componentes e hice mediciones exhaustivas, consulté mi biblioteca portátil y apliqué el test que diseñé para identificar bocas de fuego en minutos: el resultado era de esperarse, tiene todos los elementos de un cañón antiguo de avancarga, excepto la culata y el «oído» donde se ponía la mecha o la llave de chispa para disparar. La base cuadrada es cerrada y hace imposible ingresar una bala por retrocarga. Se trata posiblemente de un soporte de un puente o estructura metálica de la zona; admito que un ingeniero industrial o civil podría determinarlo con mayor precisión que yo. Lo cierto es que bien ornamentado y maquillado, el tubo pasa por un aceptable y creíble cañón de campaña y por lo que me ha mostrado en fotografías mi otro estimado amigo, el arqueólogo Nomo Ederson Lagunes Madrid, así lo han usado en festividades de Puente Nacional.
Terminado esto, entre las 11:40 y las 12:20 PM del día, localizamos a un señor que nos llevó a conocer dos estructuras antiguas, que podrían ser hornos de cal del siglo XIX y posiblemente la fuente de primera instancia para fabricar la cal y los ladrillos utilizados para edificar el gigantesco Puente del Rey. Con sus 302.17 metros de longitud, es el puente de mampostería de piedra y arcos de mayor tamaño construido en el periodo histórico de la Nueva España (1535-1821). Fue hecho por el Consulado de Veracruz para su camino real abierto entre 1803 y 1812, siendo el diseño obra del ingeniero Diego García Conde y hechura del arquitecto José Antonio Rincón Calcáneo de 1806 a 1808.
Cerca visitamos lo que parecen dos parapetos militares con muros en escuadra, similares a los de la batería de cañones Atalaya de la Concepción que custodia este camino real o del desaparecido fortín de La Antigua, ambos construidos entre 1814 y 1816. Lo que no sería raro pues si son de la época de construcción del Puente del Rey, habrían servido al contingente militar a cargo de custodiar a los forzados empleados o durante las guerras posteriores de 1810 hasta 1867. Como todo se halla sumergido en una espesa maleza, se requiere mucho trabajo de limpieza del terreno pero eso se puede hacer después. Esta vez solo fue el ubicar y examinar el lugar.
Estando en eso, recibí la llamada de mi estimada amiga la maestra Adriana Lorena Ramírez Gasca, a quien había invitado a participar, junto con su tío Miguel Valera Hernández, quien ha cubierto periodísticamente algunas de mis actividades en el camino real. Tras saber donde estábamos y cuantos venían conmigo, Me avisó que su tío nos llevaría el almuerzo al punto que le indicara. Agradecí su gesto y acordé que le vería en el puente del Paso Lagartos en las próximas 3 horas.
Pasamos a una tienda a comprar unas galletas y descansar un poco, las pausas de este tipo sirven para intercambiar opiniones, resolver dudas y perfeccionar el siguiente paso. Así, a las 12:38 PM cruzamos el Puente del Rey por su lado izquierdo y bajamos al sendero que se ubica descendiendo desde su glorieta. Ahí se ubican lo que al parecer son 2 hornos de cal adicionales y otro posible parapeto. Tomé muestras del material e hice la parte documental, la parte para trazar el plano vendrá después pues el lugar también requiere mucho trabajo de limpieza. Sufrí una caída por unas rocas sueltas, me quité la mochila mientras me recuperaba del dolor de mi rodilla pero eso no me detuvo de seguir estudiando el sitio.
Nos hidratamos y así, con el sol en más de la mitad del cielo, con un intenso calor, emprendimos la marcha por el camino real hacia la localidad de Conejos, distante 2 kilómetros de Puente Nacional. Pasamos frente al hotel & spa Puente Nacional donde ya nos conocen y estaban informados de esta expedición. Cruzamos el puente de 90 metros de largo sobre el río Copal, gemelo menor y de la misma época que el Puente del Rey. Adelante localizamos otra alcantarilla y la bajada del camino real a la carretera, señalada por muros de mampostería difíciles de captar visualmente por la espesura si no se sabe lo que se está buscando.
Antes de llegar a la terminal de Autobuses Unidos en Conejos, a la 1:45 PM localizamos la alcantarilla que bauticé «del Tío Rivera», por estar asociada a una leyenda de fantasmas que en 2013 me narraron los señores Juan y Tito Ríos, dueños de propiedades en el lugar y excelentes amigos míos. Estaba totalmente bloqueada por maleza y arena deslavada, por lo que no pudimos investigarla por dentro, tengo la sospecha, por su tipología arquitectónica, que es parte de un muro de contención monumental como otros que he encontrado, pero eso va a requerir más labor de limpieza para verificar si estoy en lo cierto o no.
Más adelante, apenas se distinguen a la izquierda y cubiertos por la vegetación, los muros de la calzada del camino real que de Conejos continúan hasta girar y bajar hacia los dos puentes que ya mencioné. En 2019, mediante análisis fotográfico, localicé un posible horno de ladrillos de reducidas dimensiones y adosado a la calzada, esta es otra misión. Como verán, a pesar de casi una década trabajando en la zona, el camino real cada año me devela más y más cosas nuevas, haciendo cada vez más fructífero mi trabajo y es una de las causas por las que estas expediciones son muy interesantes para quienes tienen las mismas inquietudes.
Bajo el sol ardiente rebasamos la Terminal y el punto donde el camino real abandona la carretera y se convierte en un estrecho sendero dentro de propiedades particulares. En el rancho de don Juan Ríos, a casi medio kilómetro al fondo, se localiza un colosal muro de contención con su alcantarilla, un verdadero tesoro del siglo XIX, pues la estructura se halla sin alteraciones modernas como las demás que conozco. En 2013, Ana María, yo, el arquitecto Eduardo Quintal y otros amigos, junto con la familia Ríos y sus propias amistades, unimos esfuerzo para limpiarlo y erradicar la maleza, raíces y arbustos que estaban dañando el vestigio. Fue una jornada muy sufrida por el calor y el «pica pica», pero se logró.
El trabajo que he realizado en estos años en el camino real, no se limita solo a estudiarlo y con fines académicos: tiene también la intención de preservarlo para las futuras generaciones y que sirvan paralelamente como puntos de interés del turismo cultural y de profesionales de diversas disciplinas, ayudando a la economía de la zona y generando nuevos empleos para los habitantes. Una labor titánica para un sólo hombre como me han dicho, pero si algo tengo en mi largo historial, es lograr lo que otros creen que es imposible, así me tarde años en realizarlo.
No le pediría al Todopoderoso su guía y ayuda, si yo mismo no pagara tales dádivas dando lo mejor de mi para marcar una diferencia o dar inicio al proceso de cambio y por una causa noble. Si la gente lo agradece o no, eso queda para el futuro y los libros de historia. Me han dicho que soy un «tonto idealista» ¿Pero qué persona que persiga un fin trascendente o luche por una causa justa, no tiene ideales para basar su voluntad en mente y alma? La diferencia a veces radica en que existen demasiados idealistas que solo dan precisamente eso: ideas y nada más. En tanto que una minoría de personas prácticas tendrán que hacerlas realidad. Yo soy de esa clase de idealista que da ideas pero que también las pone en práctica y las materializa en algo más tangible que «corazón, palabra y pensamiento».
Después del muro de contención sobre el que transita el camino real, este se convierte en un estrecho sendero de terracería que pasa por un arroyo seco y se une con la carretera en las proximidades de una alcantarilla de dos altos arcos de medio punto rebajados, que estudié en 2013 con mis amigos de Paso de Ovejas, siendo parte del «Doc Ventarrón y los cazadores del camino real perdido» (una divertida apología de la primera película de Indiana Jones), pero que fue el antecedente del futuro equipo EXESCR que se fundó 3 años más tarde.
Desde 2009 hasta febrero de 2013, mi trabajo de exploración viajando muy lejos de mi ciudad, lo realizaba sólo o esporádicamente acompañado por algunos amigos que comprendían en que consistía. Para la mayoría, estaba yo loco o «me hacia falta mujer para quedarme en casa» (dirían por ahí los conocedores, «Morirán engañados», jejeje).
A las 2:05 PM llegamos a las casas de Conejos junto a la Terminal y descansamos un poco mientras nos refrescábamos del intenso calor del día. Las altas temperaturas y la falta de sueño hacían mella en mi. No voy a negar que me eché una cabeceada tras cerrar los ojos y pensar en la inmortalidad del cangrejo, lo que es un recurso cómico-mental que también ayuda a relajarse.. aunque sepamos de antemano que el bendito crustáceo vive menos años que nosotros y que termina invariablemente en sopa, arroz o taquitos, invitado a los mejores lugares y eventos si se pone al tiro. En otras palabras, no existe tal inmortalidad por más que se la busquemos.
Sin embargo, el Todopoderoso que nunca nos ha olvidado a Ana María y a mi, nos favoreció con vientos frescos del noreste. Con esa ayuda proseguimos el camino, pasamos frente a los ranchos de nuestros amigos sin ver a nadie. Superamos el cruce con la carretera que va hacia Huatusco, señalado con mojoneras de hace muchas década que indican también la dirección hacia Veracruz y Xalapa. Superamos el punto donde el camino real regresa al asfaltado. Todo ello sin dejar de hacer nuestro trabajo. Por suerte los años de práctica constante nos han dado velocidad y precisión. Al viajar y trabajar juntos desde 2011, cuando era mi estudiante de fotografía, Ana María se coordina perfectamente conmigo y ya sabe que hacer sin que tenga que indicarle los detalles.
A las 2:45 PM, tras cruzar frente a varios ranchos solitarios y por la carretera a campo abierto, llegamos a la parada de autobuses en la entrada de camino que lleva al pueblo del Paso Mariano, llamado así por ser donde se ubicaba el paso del ganado del hacendado español Mariano Gassos, quien fuera dueño de la hacienda de Paso de Ovejas antes de venderla en 1910, año del estallido de la Revolución Mexicana y su posterior guerra civil. El sitio está señalado por un enorme árbol de tamarindo y ahí nos esperaba mi amigo el Lic. Miguel Valera junto a su automóvil, ya que iba rumbo a Xalapa y le quedaba encontrarnos en su camino. Nos agasajó con deliciosos tamales de masa, agua fresca y una botella de Powerade, bebida isotónica para rehidratarnos. Mientras descansábamos, me hizo una entrevista para el medio digital AL CALOR POLÍTICO, complementada con una reseña extraída de mi publicación EL CAMINO REAL VERACRUZ-MÉXICO EN EL MUNICIPIO DE PASO DE OVEJAS, dada a conocer en 2019.
Agradecimos mucho tal gentileza y muestra de amistad para con estos cansados caminantes-exploradores. Nuestro benefactor me reiteró su invitación a comer en su casa cuando llegáramos al municipio vecino de Paso de Ovejas.
Seguimos caminando siempre por la carretera y tranquilos -yo desde los 8 años aprendí a mantener la serenidad pues crecí en la avenida Allende de la ciudad de Veracruz, que posee dos pistas de tres carriles cada uno, separados en esos años por un camellón sembrado con altísimas palmeras de cocos que aún se conservan. Así que cruzar una carretera o una autopista, sea cual sea, no me infunde miedo, y como senderista, es tan solo un tipo de camino más de los muchos que existen en este mundo.
Ana tiene la misma actitud y sin problemas, a las 3:43 PM llegamos llegamos a este puente del camino real, cuyo arroyo era llamado Lagartejos en el siglo XIX. Es famoso por los numerosos accidentes que se causan al bajar los vehículos por la curva del camino real en el carril que viene desde Xalapa: los conductores descuidados o poco avezados, toman con demasiada velocidad el descenso y se estrellan o se volcán. El puente tiene una baranda de material moderno con señales claras de esos impactos y la original del siglo XIX ya no existe.
Este puente y su arroyo, son la frontera que divide los municipios de Puente Nacional y Paso de Ovejas. Para cruzar, se hizo en 1809 un puente con el mismo diseño del Puente del Rey, pero con solo 42 metros de largo y un solo arco de 10 de ancho.
Descansamos un poco al cruzar con éxito y captamos la pequeña capilla con dos cruces a nombre del señor Eutiquio Aguilar González y el joven Rodrigo. Ambos murieron el 3 de junio de 1992 y este recuerdo en piedra fue puesto por sus hermanos. A lo largo del camino real y de las Rutas de Cortés, hemos hallado decenas de estas estructuras que recuerdan las muertes en accidentes automovilísticos y Ana María les ha convertido en una de sus temáticas a fotografiar. Como profesor de fotografía, le enseñé que en todas las artes hay modalidades y especialidades, por lo que el practicante que persevera en el camino de la creación artística, encuentra aquellas en donde perfeccionar sus destrezas.
También le enseñé que «hay que viajar y vivir intensamente para hallar la inspiración para crear y escribir nuestras obras». De las muchas personas que han sido mis estudiantes, ella es una de las que sí siguió el consejo y paso a ser de una artista de taller o salón, a ser una viajera y senderista de gran alcance.
Proseguimos por la carretera solitaria. El camino real en esta región originalmente fue hecho de terracería y a la vista, el paisaje es monótono, los colores demasiado uniformes y aunque en este día el clima está fresco, para alguien que venga buscando grandes maravillas naturales como montañas y cascadas, no hay nada de eso. Si vienen por la historia, en muchos kilómetros no hallarán más que casas del siglo XX a los lados y a veces ni eso.
Sin embargo, bajo nuestros pies y la carpeta asfáltica se hallan alcantarillas, puentes y muros de contención que sostienen la carretera. Estas obras de más de 200 años de antigüedad forman la infraestructura que ha permitido que el camino real del Consulado de Veracruz siga funcionando. Si el mismo trabajo de sostenimiento y para facilitar el desagüe de los terrenos se hubiese aplicado a la Ruta de Cortés entre Veracruz, La Antigua y La Ventilla (Puente Nacional), posiblemente no hubiese sido oficialmente abandonada por el comercio en 1809 al entrar en funcionamiento el Puente del Rey y sus puentes hermanos. Por ello, un recorrido turístico por esta zona requeriría que el guía conozca de historia, arquitectura e ingeniería, que los sitios estén limpios y con senderos libres de maleza, que en esta región usualmente es agreste y urticante. Pues debido a que llueve muy poco, las plantas compiten entre sí y contra sus depredadores, por la poca agua disponible y se protegen ferozmente con las más variadas y para nosotros, dolorosas estrategias.
A las 3:58 PM llegamos a otra alcantarilla que también debo estudiar más, porque tengo razones fundadas para creer que también es del tipo que se integra como parte de un muro de contención monumental. De estas murallas enormes, he localizado 11 con las mismas características arquitectónicas, entre Veracruz y Perote:
-2 en San Miguel del Soldado.
-3 entre Cerro Gordo y Plan del Río.
-1 entre la Cuesta de la Calera y Tamarindo.
-1 en Puente Nacional.
-2 en Conejos.
-1 entre Paso Lagartos y la Higuera Prieta.
-1 en Paso de Ovejas.
Todas tienen suficientes similitudes como para ser atribuidas al diseño que eligió el Consulado de Veracruz y se distinguen por sus colosales muros en escarpa, con alcantarillas de arco de medio punto rebajado lo suficientemente grandes como para permitir el paso de un hombre adentro. Tanto que han dado pie a mitos acerca de que son entradas a túneles que llevan a distancias kilométricas hacia sitios famosos o de personajes ilustres.
Las otras alcantarillas que he localizado son generalmente de arco de medio punto entre 3 y 1 metro de ancho. Estas obras harían la delicia de los arquitectos e ingenieros civiles, que no necesitarían viajar a otros países o Estados para hallar ejemplares de infraestructura antigua que estudiar y hasta restaurar.
Continuamos y siempre refrescados por el viento, mientras el cielo se va nublando progresivamente anunciando una noche muy fría. Los rayos del sol se filtran como una lluvia entre las nubes grises hacia las 4:11 PM cuando cruzamos la curva sobre el puente del arroyo Aguilillo. Más adelante, escondido por la espesura, se halla un gran muro que visité en 2013 con los «Cazadores del camino real perdido» y que requiere le dedique más tiempo de estudio.
A las 4:26 y 4:29 visitamos dos alcantarillas grandes antes de llegar a la parada de autobuses de la Higuera Prieta, donde nos esperaba mi buen amigo y «hermano» Roberto Carlos Olmos Vázquez. El pueblo de Paso de Ovejas y el de Veracruz comparten suficientes similitudes culturales, que al menos entre los varones, todos somos «hermanos» una vez que pasamos años o meses compartiendo actividades en común. Así que en este municipio tengo suficientes «hermanos» como para triplicar la familia biológica de cinco miembros donde nací.
Y como familia somos francos y como buenos jarochos de la costa o del interior, alegres como cohetes de Navidad, irreverentes e insolentes con la autoridad (cuando se lo merece, claro está) y poco dados a espantarnos por la forma en que funciona el caótico mundo en que nacimos o de fingir que somos algo que realmente que nunca hemos sido. En compensación, somos trabajadores, hospitalarios, compartimos la comida y la bebida sin esperar recompensa y nos distinguimos por no darle demasiada importancia a la formalidad y a la etiqueta, ya que en nuestro paso por la Tierra somos arbustos de tierra árida, quizá faltos de belleza pero resistentes a la sequía y llenos de vida por los siglos de los siglos.
Somos «buenos salvajes» como decían los europeos y anglosajones del siglo XIX. Y desde luego, muy orgullosos defensores del modelo republicano, el cuál por cierto, nació en Paso de Ovejas con el caudillo Guadalupe Victoria, que al igual que su amigo Santa Anna (yo más bien les llamaría «compadres» por cómplices), no nacieron en la ciudad y puerto de Veracruz ni en su región cercana, pero se «ajarocharon», como dice la canción, con gusto y total decisión.
Roberto nos esperaba desde hacía rato en la glorieta circular de la parada, rematada por una gran higuera que le da su nombre. No inició la marcha en Tamarindo porque se desveló por ir a una boda en Paso de Ovejas. No obstante, nos obsequió con nuevas varas de caminante que consiguió en Angostillo. Son de una madera muy fuerte y pesada que allá le dicen «kibracha». Con esto renovamos nuestros báculos o bordones, pues tras 3 o 4 años de expediciones y misiones continúas, los que cortamos entre 2016 y 2018 ya muestran señales de fatiga estructural.
Traía una vara para nuestra bióloga invitada pero al no comunicarse con nosotros, ignoraba que no nos acompañaba. Esther Deni, en cambio, se llevó a su tierra natal una que le obsequié fabricada con madera de algodoncillo que corté en la selva de La Antigua en el mes de noviembre.
A buen paso, avanzamos pasando por dos alcantarillas grandes, que se hallan entre la Higuera Prieta y el Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz (COBAEV), mismo que alcanzamos a las 5:22 PM. Una alcantarilla de menor tamaño se halla cerca de su entrada y le han construido un registro en uno de sus extremos.
Finalmente, a las 5:34 PM llegamos a donde la calle Fortín se enlaza con la carretera libre o en otras palabras, donde el camino real que cruza Paso de Ovejas por la avenida Miguel Alemán abandona la población y prosigue hacia Puente Nacional convertido de terracería en carretera. La conversión se hizo entre 1928 y 1938, aprovechando en su totalidad la infraestructura dejada por el Consulado de Veracruz desde más de un siglo antes y solo dejando algunos tramos cortos sin usar, cuando había que continuarlos más rectos o nivelar pendientes.
A pesar de nuestro generalmente buen estado de ánimo y humor, el cambio de calor a frío y el que prácticamente hayamos caminado con breves descansos, además de la carga de las mochilas, hizo que Ana María yo decidiéramos dejar el reconocimiento actualizado de la avenida Miguel Alemán para el siguiente día. El plan era hospedarnos en el Hotel Jardines, único en Paso de Ovejas. Roberto nos llevó hasta allá cruzando calles y calles y nos ofreció generosamente un espacio para alojarnos. Lo agradecimos pero no lo tomamos.
Ya con la noche cubriendo las calles, nos alojamos en el hotel, nos dieron una confortable habitación con dos camas matrimoniales y suficiente espacio para nuestro equipaje. Veníamos felices pero también muy cansados. Así que tras salir a cenar antojitos mexicanos de empanadas y gordas, a una cuadra y media de distancia en una casa que da este servicio, regresamos a darnos lo que más desea un viajero en estas condiciones en cualquier siglo habido y por haber: un baño de agua caliente.
Tras poner todo en orden, antes de dormir nos aplicamos una de las pócimas secretas de Ana María que mucho nos ha servido en nuestras expediciones. Si yo aporté usar vaselina en los pies antes de iniciar la marcha (un consejo que aprendí en 2017 viendo videos de viajeros del Camino de Santiago), ella añadió el untarnos una pomada hecha con mezcla de veneno de abeja y aceite de víbora, que dejando descansar los pies y tobillos al calor, obra maravillas desinflamando los músculos fatigados. Igual funciona en los hombros adoloridos tras muchas horas de cargar las mochilas. Como coordinadora de una comparsa en el carnaval anual de Veracruz, ella aprendió de sus beneficios sobre la práctica. Cuando volvimos a Veracruz, compramos una dotación nueva de este ungüento para las siguientes travesías.
Conversamos de los sucesos del día, nos reímos de nuestras torpezas, le escribimos a la familia por Whatsapp y yo hice el reporte del día para enviarlo al ingeniero Germán Quintero Marmol Diaz, jefe de Empresas con Valor y al licenciado Leobardo Hernández, su representante legal en Veracruz. Así como a algunas personas que seguían nuestra travesía y a nuestra amiga Esther Deni que ya iba camino de regreso a su casa en Pachuca. Después de poner el ventilador a buena velocidad para refrescar el cuarto, nos dormimos profundamente, mientras la temperatura bajaba hasta 15 grados en Paso de Ovejas.
Como suele pasarme, soñé con todo, cualquier cosa, menos con el camino real, mi familia, amigos o la carretera. Así como se me escapa totalmente el sueño antes de salir de viaje por la mañana, así puedo soñar con planetas, estrellas y viajes fantásticos. Incluso con sucesos que luego se realizan en el futuro y muy ocasionalmente, bajo la forma de un sueño extraño, percibo que alguno de mis amigos o conocido sufre o necesita ayuda. Al otro día les llamo o escribo. Generalmente de cada 10 sueños así, 6 o 7 corresponden a la realidad inmediata y 2 a 3 se confirman en los días siguientes.
Lo que sí soñé en las noches siguientes tras finalizar la expedición, fue que caminaba otra vez el camino real de Veracruz a Perote en 2021, ya no en diciembre sino en los meses de la estación de lluvias (mayo-octubre). Como en los sueños todo es posible, volví a comer consomé con verduras en Veracruz, pescado frito en Tolome, garnachas en Rinconada, arroz con muslo de pollo empanizado en Plan del Río, helado de fresa con chocolate en Xalapa, chicharrón en San Miguel del Soldado, tacos de carnitas en Las Vigas y tortas de chorizo en Perote. Todo mientras caminaba y una fresca lluvia me acompañaba por todos lados. Al despertar tenia tanta hambre que fui a saquear el refrigerador y puse una película de la Guerra de Secesión estadounidense en la LCD para no estar pensando en tanto comer, comer, comer y más comer.
Me despido, queridos amigos. En las semanas próximas continuaré con las partes 2 y 3 de esta humilde crónica de viaje, muy general por falta de espacio en Facebook, ojalá les guste. Una reseña visual con los objetivos y una semblanza de los tres expedicionarios está en el mosaico de fotografías que acompaña a esta publicación.
¡Benditos sean todos!