Entrevista a Luis Almagro, jefe de la OEA: «Una vez que Evo Morales quedó en evidencia, no tenía otra opción que irse»
12 minutos de lecturaUn informe preliminar sobre la auditoría de la OEA que denunció irregularidades en las elecciones bolivianas de octubre, junto a un pedido de Almagro de anular esos comicios para realizar otros, precipitaron la renuncia de Morales el 10 de noviembre.
El primer presidente indígena de la historia de Bolivia dijo entonces que sufrió «un golpe cívico, político y policial» y, en una entrevista posterior con BBC Mundo, también acusó a la OEA y los militares de derrocarlo.
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Sin embargo, Almagro afirma que Morales renunció porque «quedó en evidencia» un intento de amañar las elecciones para mantenerse en el poder.
«El golpe de Estado es el de Evo cuando pretende quedarse con una elección que no había ganado», dice Almagro en una entrevista con BBC Mundo en su despacho de la OEA en Washington.
Varios países de América Latina, como Bolivia, Perú, Chile, y Colombia, se han visto sacudidos en las últimas semanas por protestas callejeras que en algunos casos tomaron ribetes de estallidos sociales. ¿Cómo evalúa esto?
Cada país tiene una realidad diferente. No podemos compararlos.
No obstante, hay determinadas transversalidades: problemas estructurales, en algunos casos de dimensión social y económica, en otros de funcionamiento de la democracia como los casos de Bolivia y Venezuela.
Nuestro continente tiene que lidiar con algunos dramas estructurales como la desigualdad y pobreza, que son recurrentes: seguimos siendo el continente más desigual, que tiene las mismas estructuras de pobreza que hace 200 años.
Los sistemas políticos, democráticos y las instituciones han quedado en muchos casos en el siglo XX. Los tiempos del siglo XXI son completamente diferentes y las sociedades se expresan de otra manera.
Durante 12 o 15 años pretendimos que todo estaba bien mientras andaba la corrupción de Odebrecht y PDVSA rampante por el continente. Hubo en muchos casos erosión de la institucionalidad democrática, bloqueo del trabajo de parlamentarios, violencia contra líderes sociales o periodistas.
Es un continente violento esencialmente, ese es otro tema estructural.
Usted cuando asumió su cargo se planteó como prioridad la promoción de la democracia en la región. ¿Hace alguna autocrítica?
La idea central es la promoción y defensa de la democracia. Y había casos muy graves para operar. El más grave de todos era Nicaragua. Otro caso endémico es el cubano.
Y hay otros casos que son más livianos de operar, pero que necesitaban una atención especial.
Lo peor que podía pasarnos como institución era pretender que todo estaba bien cuando todo estaba mal. Eso sí hubiera tenido que ser motivo de autocrítica para la organización.
Pero que la organización hoy esté promoviendo mejores prácticas, vea las dinámicas de participación política ciudadana, esté a la vanguardia en la denuncia de la violencia contra periodistas, políticos y actores sociales, en la lucha contra la corrupción, son cosas que tenemos que seguir haciendo.
En la reciente crisis de Bolivia llamó la atención por la dureza con que habló de un «autogolpe». ¿Está convencido de que Evo Morales buscó dar un golpe de Estado para seguir él mismo en el poder?
Sí, es obvio que sí. Cuando alguien que no ha ganado la elección pretende quedársela sobre un esquema sistemático doloso por el cual altera el resultado electoral, definitivamente esa persona está dando un quiebre institucional.
Me ha llamado la atención la dualidad de estándares de varios, porque cuando (el expresidente peruano Alberto) Fujimori se roba la elección, el golpe de Estado es de Fujimori. Nadie dijo: «el golpe de Estado es del que le dijo a Fujimori que tenía que renunciar e irse».
Y acá el golpe de Estado es el de Evo cuando pretende quedarse con una elección que no había ganado. A partir de ahí es cómo se resuelve el tema institucional.
Es muy claro que ese paso que dio Evo Morales con un dolo sistemático para alterar el resultado electoral constituía un quiebre institucional en el país. Y que una vez que quedó en evidencia, no tenía otra opción que irse y no tenía otra opción que renunciar.
Pero el informe de la OEA no señala en ningún momento que fuera el propio Evo Morales que haya ordenado eso. Es una interpretación suya…
Por eso lo dije en mi discurso: Evo Morales es el principal beneficiado de esto.
Nosotros lo que pedimos es una investigación por la cual se determinan las responsabilidades que van más allá de la autoridad electoral en el tema.
Claro, pero usted mismo ya está señalando esa responsabilidad: dice que fue Evo Morales quien se robó la elección cuando no hay ningún informe de la OEA que lo diga…
No es que nosotros no hemos hablado en ningún momento con el presidente Evo Morales ni con la gente de su entorno: sí hemos hablado con ellos. Y definitivamente hay una asunción de responsabilidad desde prácticamente el primer momento en que empezamos a plantear los resultados de la auditoría.
Es en función de esas auto asunciones de responsabilidad…
¿Del propio Evo Morales?
Sí, porque hablamos con Evo Morales: yo hablé una vez, habló Gonzalo Koncke (jefe de gabinete de la OEA) otra vez. Y hablamos con gente que iba, hablaba con él y venía.
La investigación en cuanto a las responsabilidades penales o criminales que pueda haber al respecto, sí se tiene que hacer.
Ahora bien, en este entorno cuando hay una responsabilidad de este tipo… Vamos a suponer que mi jefe de gabinete es el que ha puesto las manos en la urna o en las actas: yo ahí tengo que tomar acciones inmediatas, porque si no paro ese proceso en ese punto, esa responsabilidad se empieza a trasladar muy directamente hacia mí.
¿Usted dice que Evo Morales o gente de su entorno reconocieron la responsabilidad en lo que la OEA señala como un fraude?
La gente de su entorno, al ser cuestionada en estos aspectos, definitivamente tenían problemas en dar respuestas claras respecto a su no participación y se prestaron directamente a un encubrimiento de las acciones que estaban contenidas en el fraude, desde Evo Morales para abajo.
Todas esas acciones contenidas en el proceso en el cual se va perpetrando esta alteración del resultado electoral de forma dolosa, definitivamente hay un momento en que la responsabilidad empieza a transformarse, si no en responsabilidad directa, en encubrimiento de esa situación.
Si nosotros lo estamos sabiendo, y lo estamos trasladando y nos están pidiendo por ejemplo que eso no se publique, ahí definitivamente se están trasladando varias responsabilidades.
Lo que dijo Evo Morales en su entrevista con BBC Mundo fue que, cuando se enteró que la OEA iba a publicar el informe preliminar, intentó hablar con usted para decirle que iba a generar una «convulsión» social. ¿Hubo otras conversaciones que no han trascendido?
Hay muchas más. Nosotros teníamos listo un comunicado prácticamente al mediodía del sábado (9 de noviembre), que tenía un párrafo que decía que tenían que hacerse elecciones de nuevo en Bolivia.
Ahí Evo Morales y compañía nos dicen que eso es un juzgamiento político que estoy haciendo y que por lo tanto resulta inaceptable. Ellos también estaban de alguna manera interesados en un esquema de contribuir a la pacificación.
Nosotros, a pedido de ellos, tenemos que sustentar el párrafo ese por el cual se piden elecciones. Y cuando tenemos el informe preliminar, Evo Morales lo quiere parar. Pero ahí ya no se podía parar. Luego que se nos ha pedido esto, no puede permanecer ese comunicado en la organización dando vueltas, sabiendo todo el mundo que ha sido hecho y tiene esos contenidos. Eso no ayudaba a ninguna pacificación.
¿Cuál era el argumento para pararlo?
Evo no tenía ningún argumento. No había un argumento de sustancia. No había nada. Nunca refutaron una sola línea del informe de la auditoría ni media línea del informe de la misión de observación electoral.
Simplemente pretendían que tuviéramos una decisión política de frenar todo eso, sin ninguna argumentación que sostuviera nada de por qué teníamos que hacer eso.
La OEA ha recibido críticas por su papel en la crisis de Bolivia. Por ejemplo, el Centro de Investigación Económica y Política (CEPR por sus siglas en inglés), con sede aquí en Washington, sostuvo que «el análisis estadístico de los resultados electorales y las hojas de recuento de las elecciones del 20 de octubre en Bolivia no muestran evidencia de que las irregularidades o el fraude afectaron el resultado oficial que dio al presidente Evo Morales una victoria en la primera ronda». ¿Qué responde a esto?
Usted no puede comparar la seriedad del informe de la auditoría respecto a ese informe.
Ese informe presenta un par de gráficas a nivel de encuestas y estadísticas que simplemente son elementos indicativos de nuestro informe preliminar. Y no se refiere a la falsificación de actas, ni a los servidores externos, a los centros de comunicación de datos, a los datos que se fueron agregando durante el proceso en que se cayó el sistema, a los muertos que votaron…
No hace referencia a nada de eso el informe: simplemente agarra las tendencias y trata de transformarlas en otras tendencias. Nosotros también tenemos estudios al respecto. Pero eso es indicativo, no son los elementos sustanciales del fraude.
La crisis de Bolivia pudo haber comenzado cuando Evo Morales decidió presentarse a un cuarto mandato consecutivo, pese a que había un referéndum donde los bolivianos le dijeron que no lo hiciera. Lo hizo en base a una interpretación constitucional muy cuestionada. Pero usted mismo en mayo dijo que «sería absolutamente discriminatorio» prohibirle a Evo Morales presentarse a las elecciones. Hoy, con las cartas a la vista, ¿usted estuvo bien en decir eso o le erró?
Era jugada única y por lo tanto estuve bien.
La crisis empieza antes, cuando Evo Morales decide hacer el referéndum para ir a una reelección que constitucionalmente no le correspondía. Eso tensa las cosas en el país, pierde ese referéndum y pese a eso va por un procedimiento judicial para ir a su reelección. Ese tema queda decidido.
Nosotros hicimos algunas gestiones, como pedir el informe de la Comisión de Venecia para saber si la reelección era un derecho humano o no. Nos dicen que no.
Llegamos a mayo con una situación: lo importante para nosotros era que hubiera una misión de observación electoral de la OEA. Creíamos que esa era la única forma en que esta elección podía ser manejada. Esto le daba la oportunidad muy remota a Evo de ganar, una oportunidad muy clara a la oposición de ganar y a nosotros la oportunidad de saber si había fraude o no en el proceso electoral, y por lo tanto poner las cosas institucionalmente del lado correcto.
Y funcionó tan cual lo habíamos planeado.
¿Y ahora que hay un acuerdo en Bolivia entre el gobierno interino…?
Está muy bien, nos alegramos mucho.
¿No es discriminatorio dejar a Evo Morales afuera de esa competencia?
No. Yo nunca hubiera tenido ese problema si hubiera habido una autoridad electoral en Bolivia independiente y que no le aceptara la candidatura a Evo Morales.
Ahora está actuando de una manera independiente el Poder Legislativo, más independiente el Tribunal Constitucional… Si esto lo hubieran resuelto así antes, yo hubiera sido la persona más feliz del mundo.
Usted habló de un «autogolpe» de Evo Morales. ¿Pero lo que hubo después lo ve como un golpe?
No.
Los militares recomendándole a un presidente que renuncie: en América Latina siempre es interpretado como un golpe…
Mire el caso del golpe contra (el expresidente venezolano) Hugo Chávez (en 2002). Chávez estaba detenido, lo llevaban y traían con un guardia armado que no lo dejaba hacer nada. Y Chávez no renunció aún en esas condiciones y dejó claro por escrito que no había renunciado.
Evo no estaba detenido ni tenía una situación apremiante sobre sí: andaba dando vueltas por el país e hizo una conferencia de prensa.
Sí, yo prefiero que estas cosas no se las tenga que decir nadie.
Creo que incluso hubiera renunciado antes. Y las instituciones ahí, unas le habrán dicho que renunciara, otras que no.
Lo que yo sentí desde el principio es que él quería renunciar, más allá de todo. Él quedó muy golpeado con el resultado electoral. Él creo que pensaba que iba a tener otra respuesta de su pueblo, no la tuvo y eso lo afectó mucho anímicamente.
Y después hizo jugar al vacío de poder, porque renunció él, (el vicepresidente Alvaro) García Linera, (la presidenta del Senado, Adriana) Salvatierra… Haber jugado a ese vacío del poder fue la manera institucional de salir del camino.
El que había dado el golpe de Estado se tenía que ir, no podía quedarse. Era improcedente, anti institucional que se quedara. A pesar de que mi comunicado dice que se le respete el mandato constitucional a Evo Morales, él era el que menos quería eso.
No fui yo el que lo apreté, para nada. Al contrario.
Pero la renuncia de Evo Morales fue posterior al pronunciamiento de los militares…
Sí, ¿pero los militares lo sacaron del palacio? No, dijeron: mire, lamentablemente esto no puede seguir así. Y le recomendaron. Si no te das cuenta solo… Y creo que él se había dado cuenta solo.
Ahora hay un gobierno interino en Bolivia que ha tomado decisiones de fondo, como romper relaciones con Venezuela, y ha sido acusado de uso desproporcionado de la fuerza contra seguidores de Evo Morales. ¿Le preocupan los límites que puede tener este gobierno?
No. Primero, desde el primer momento en que hablé con la presidente, es un gobierno absolutamente preocupado de ir a un proceso electoral tan pronto como sea posible.
Creo que han dado todas las medidas y facilitado todas las negociaciones necesarias para ir a ese proceso.
La CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) ha sido invitada y para nosotros eso es muy importante porque hay un momento en que es imposible saber, si no estamos ahí, los excesos o no que han habido.
Algunos ven lo que pasó en Bolivia como otra señal de que los militares están tomando cierto protagonismo político en la región. ¿Le inquieta eso?
Cuando veo este proceso, no digo que los militares actuaron linealmente. Pero teniendo en cuenta que la institucionalidad que venía tampoco había actuado linealmente… Cuando se desdibuja el funcionamiento institucional, es muy difícil pasar la línea exacta.
¿Están respaldando el proceso de reinstitucionalización del país, un proceso constitucional, en el cual se termine eligiendo legítimamente al gobernante? Sí. Entonces bien, ahí vamos.
Si al minuto siguiente de que renuncia Evo había un general proclamándose, definitivamente hubiéramos estado en problemas. Pero acá el problema que teníamos es que parecía que nadie iba a agarrar y fue una dinámica de vacío de poder en la cual se llega a esto.
No vi a nadie queriendo hacerse del poder de cualquier forma.
FUENTE BBC NEWS