Así inició la invasión de los teléfonos celulares
3 minutos de lecturaNUEVA YORK.
Perder las llaves del auto es preocupante, pero nada como el pánico tipo caída libre de extraviar tu teléfono. Hollywood podría hacer una película de terror sobre alguien que solo está buscando su iPhone XR y enloquece lentamente.
El teléfono comenzó a infiltrarse en nuestras vidas a finales del siglo XIX, y luego —como se puede ver en estas fotos de los archivos de The New York Times— se convirtió en nuestra vida. Los celulares fueron un punto de inflexión significativo. Son dispositivos que permitieron que estuviéramos disponibles casi en cualquier momento, una situación tan extraordinaria que la mayoría de nosotros aceptó de forma tácita la obligación de estar disponibles casi en cualquier momento.
La primera llamada desde un teléfono inalámbrico y portátil fue realizada el 3 de abril de 1973, y la hizo un ejecutivo de Motorola llamado Martin Cooper, quien desarrolló ese teléfono y tuvo la ocurrencia de salir a la Sexta Avenida, en el centro de Manhattan, y llamar a su rival de Bell Laboratories para regodearse un poco.
Tras mencionarle hace poco que su llamada fue un gran truco de relaciones públicas, Cooper, quien cumplió 90 años el año pasado, comentó: “Recuerda, esa fue la primera llamada en público que se hizo, y solo me importaba una cosa: ¿funcionaría el teléfono? Ese aparato era un prototipo hecho a mano —miles de partes que un ingeniero había conectado con cuidado—, y solo existían dos”.
En la primera foto de este artículo, el mentor de Cooper, John F. Mitchell, presume el DynaTAC recién lanzado. “El ladrillo”, como llegó a conocerse, salió a la venta en 1983 por 3995 dólares (más de 10.000 dólares de la actualidad). Pesaba 900 gramos y se tardaba diez horas en cargar. Como si esto fuera poco, solo se podía hablar durante veinte minutos antes de que se descargara.
Sin embargo, en 1987, el DynaTAC se convirtió en un símbolo del poder financiero cuando Michael Douglas se paseó caminando por una playa de los Hamptons vestido con una bata de baño en la película Wall Street para atizar la codicia de Charlie Sheen: “Te volveré rico, Bud Fox. Sí, tanto que podrás comprar a una chica como Darien. Esta llamada fue para despertarte, amigo. Ve a trabajar”.
¿Qué dijo Cooper cuando los críticos predijeron que la disponibilidad iba a ser una maldición? “Mi primera respuesta fue: ‘Bueno, hay un interruptor de encendido y apagado en todos los teléfonos. No tienes que contestar’”, mencionó. “Pero mi respuesta más profunda es que el teléfono celular sigue siendo muy nuevo en la sociedad. Tengo una creencia arrogante en la inteligencia de la gente. Sabremos cómo resolver el problema de la comunicación con otras personas y tendremos vidas completas y sanas. Sí me preocupa pero, si consideras todas las otras distracciones… de alguna manera la humanidad se las ha arreglado para sobrevivir. Cuando salió la primera televisión, pasé horas viendo las luchas”.
Cooper cree que todo lo bueno que la tecnología celular puede aportar —incrementar la productividad, reivindicar los derechos de las personas pobres— supera por mucho cualquier desventaja. Cooper siempre compra el último iPhone, aunque tiene opiniones encontradas sobre esos teléfonos. Cree que son extraordinarios en términos tecnológicos, pero innecesariamente complicados desde el punto de vista del consumidor.
Cuando se le recordó que incluso su propio “Ladrillo” DynaTAC tuvo inconvenientes, Cooper se rio. Dijo que siempre le comenta a la gente que nunca fue un problema que la batería solo durara veinte minutos: el teléfono era tan pesado que nadie lo podía sostener más tiempo.