23 de noviembre de 2024

Clarin Veracruzano

Tu noticiero en linea

¿QUIEN HACE REÍR Y LLORAR AL BURRO?Texto/Imagen:L.C.C. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias

21 minutos de lectura

Con la pandemia de Covid-19 toda una región del Estado de Veracruz pasó a pagar el pato por cierre de negocios y empresas en cuarentena. Algunos resistieron unas semanas pero finalmente se las llevó el diablo y así fue como nos enteramos de esta curiosa historia, anécdota o como quiera llamarle, querido lector.

Para quien no se ubique en el mapa, hablamos de esa faja de tierra de 220 kilómetros de espesor y 150 de largo y 8 millones de sinvergüenzas a los que todo les vale y les late cacahuate, que se despliega a lo largo del centro de la costa del Golfo de México. O sea al oriente de ese país de 130 millones de pecadores y muy pecadores, a pesar de que la pandemia se estaba llevando algunas decenas de miles para agilizar los trámites a San Pedro y a Mictlantecuhtli, que no se daban a basto de recibir tanto turista con aureola o cuernos en temporada alta.

Resulta que meses después del estallido de la pandemia en México, a mediados de 2020, el presidente municipal o alcalde de cierto municipio veracruzano cuyo nombre podrán deducir gracias a su larga experiencia, decidió hacer algo extraordinario para reactivar la economía, pagar cuando menos la nómina de tantos burócratas y de paso allegarse recursos para escaparse en sus vacaciones de diciembre, lejos de la lata diaria de la primera dama y los chilpayates, tan latosos como todos los de su edad.

En este afán y violando las recomendaciones federales y de la OMS, consultó con el muy ilustre cabildo, justicia y regimiento en sesión super secreta en un palacio municipal casi deshabitado, convocó a una feria del pueblo en la cabecera municipal. Con lo poco que había en caja, levantó la carpa de color morado más grande que encontró e insubordinó a los señores y señoras para que fueran a vender sus artesanías, comidas típicas y cosas exóticas. Además de amenazar y exprimir al pobre director de turismo trabajando 24×7 para que hiciera promoción en las canijas redes sociales y el público fuera al evento o cuando menos a la inauguración del FESTIVAL DEL DESMADRE A MORIR.

¡Ah jijos! Contra todos los pronósticos del sector salud y del señor gobernador, una avalancha de gentes nacionales y extranjeros -especialmente senderistas y runners- subió desde los valles y costas y bajó desde la sierra más alta para el gran evento, donde la longeva y super resistente raza de bronce desafiaría a la muerte y le mentaría la reverenda madre a la muerte.

¡Total! ¿Qué se podía perder? ¿No dicen que todos de algo nos tenemos que morir algún día? Pues si de todas formas se iban a morir, que a la huesuda le costara trabajo, eso sí.

Pues el munícipe supremo le dio vuelo a la hilacha cobrando entradas y permisos al pueblo que a veces tiene mucho de noble pero no siempre es bueno y mucho menos sabio. Tal es así, que fue una semana de reuniones, conferencias, festivales, bailables, comilonas, recorridos, escaladas, nataciones y carreras sin fin, condimentadas con muchas borracheras y alguna que otra orgía.

Los reglamentos de orden en la vía pública se relajaron y los hoteles registraron el lleno al máximo como jamás se había visto en este municipio de más de 400 años de antigüedad. Hubo que habilitar cada cama disponible en la cabecera municipal, vender todas las carpas y tiendas de campaña y dejar pelones todos los terrenos donde se pudiera acampar. De su excelencia el coronabicho nadie se acordaba.

Decir que el pueblo se desmadró, se despadró, se deshermanó y en grande es hacerle muy poca injusti.. perdón, justicia. Y con la raza muy alegre, no faltó el típico lamebotas de ideas geniales pero caras, que quisiera levantar una estatua al mejor presidente municipal de todos los tiempos, que había llevado la riqueza, prosperidad y empleo a su municipio al 10000% en tan solo 7 días y sin necesidad de robarle al erario público o llorar por los sacrosantos apoyos federales.

Con decirles que el Carnaval de Veracruz, «el más alegre o agreste del mundo» según como lo vean o hayan vivido, se quedó chiquito, más chiquito, muy chiquito, extra chiquito como ojo de hormiga comparado con este festival del desmother (y el de Río de Janeiro resistió a duras penas la embestida publicitaria en cuanto la noticia salió de las fronteras de México).

Pero como todo era demasiado bueno para durar, pasada una semana y viendo que el ambiente decaía y el público se le iba a pesar de las ricas picadas, las deliciosas garnachas, el agua de horchata y las bebidas que alegran la vida en tiempos de crisis a precios muy accesibles; decidió aplicar su arma secreta con el consentimiento de sus cómplices y muy leales regidores, que por unanimidad dijeron que sí y sin importar el color partidario o lo que dijeran sus propios estatutos sobre no hacer alianza con la oposición o el partido en el poder.

Montó una carpa gigante de color amarillo con azul y rojo (para alegrar el ojo, no crean que era acto adelantado de proselitismo electoral) y se plantó en ella con tremenda bocina y música de Bad Bunny a todo estruendo. Cómo lo escucharon en toda la cabecera municipal solo Dios lo sabe:

-¡Señoras y señores, damas y caballeros! Nadie se vaya ni pague la cuenta aún, que este pueblo heroico se dispone a iniciar el máximo evento (¿Otro?) que le ha dado un sitio destacado a nivel mundial (pura mentira). Nada menos y nada más que el CONCURSO DE ¿QUIEN HACE REÍR Y LLORAR AL BURRO?

A una indicación suya, la banda de guerra municipal comenzó a tocar música de suspenso, se dispararon más fuegos artificiales y balazos que si hubiera que defender la soberanía nacional en 1847. Y la chica más guapa de entre todas las guapas del municipio, descubrió una cortina, dejando ver en el centro de la carpa tricolor, a un burro adulto, de esos de color gris y trompa blanca, que se encuentran en todos los pueblos a pesar de que dicen que es una especie en peligro de extinción.

-Les presento a la mascota insignia del municipio, a nuestro héroe municipal, que todos conocen y si no, no importa. Lo importante y lo único que deben saber, es que quien consiga consumar la hazaña de hacerlo reír y después llorar, se llevará como premio la cantidad de mil millones de pesos que están listos para ser cobrados por el ganador en el banco local (¡Puras patrañas! Porque apenas habían recaudado 300 millones en una semana).

Y cuando el público se acercó atraído como las moscas a la miel, posponiendo su partida y regreso a la aburrida cuarentena en casa, el astuto alcalde le dio el sablazo:

-¡Pero nada en esta vida es gratis! ¡Y menos la oportunidad de salir de esta carpa con esta fortuna! Si quieren tener el chance de probar su suerte, el costo de la inscripción es de solo diez mil pesos y con una sola oportunidad de intentarlo. Mucho mejor que el cachito de la Lotería Nacional.

Y nuevamente ¡Ah jijos! El dinero salió hasta por debajo de las piedras y sin necesidad de terrorismo fiscal. Hasta los pobres, becarios y chamacos buenos para nada, vendieron lo que hubiese que vender para participar, porque ¿Qué ciencia puede tener hacer reír y llorar a un burro? ¡Ese gigabyte de pesos no se les podía ir vivo, no señor!

En poco tiempo se vendieron gallinas, pavos, fotos antiguas, las ganancias en bitcoins, anillos, reliquias históricas y familiares, colecciones de libros ¡TODO! Sí, todo lo que pudiera ser vendible y comercializable para ganarse ese dinero y pasar de la clase baja o media a la alta o de la alta a la más alta ¡Malditos aspiracionistas!

Haiga sido como haiga sido, las arcas públicas volvieron a reventar a más no poder y de 300 alcanzó la cifra estratosférica de 1000 millones en el primer día y con una expectativa de llegar a los 3000.

Pues cuando el pobre director de turismo que ya no podía con su alma de tanto promocionar el desmadre, terminó de enviar el último mensaje en las redes sociales, una segunda marabunta de gentes de todos los colores, sabores y de todas partes de la Tierra llegaron a pesar del #Quedate en casa y pagaron en constantes y sonantes euros, yenes, dólares, rupias, rublos, yenes, libras y otras denominaciones del mundo mundial.

Y como con dinero baila el perro o finge que lo hace, los tres niveles de gobierno se pusieron muy buena onda y accesibles, quitaron los retenes y barreras, dejando pasar a tal multitud que a pie, bicicleta, automóvil, planeador, avión, transbordador espacial o hasta en viaje astral, llegaron a esta muy exitosa localidad que recibió de inmediato no el título de PUEBLO MÁGICO sino el de PUEBLO MÁGICO-CÓMICO-MÚSICAL. Pues nadie sabía si asombrarse, reír o llorar a la hora de explicar a la Federación la locura que estaba sucediendo en las lejanas y jacarandosas tierras veracruzanas.

Los de comunicación social hicieron su agosto cobrando entrevistas, pues todos querían dar a conocer su inminente hazaña, incluso los que en toda su vida jamás hicieron nada bueno y eran conocidos precisamente por eso.

Al día siguiente del anuncio, comenzó la competencia y para no hacérselas muy larga contando intento tras intento pues fueron más de 10.000 los que se hicieron, me limitaré a reseñar el último de ellos y las mejores intentonas previas, jejeje.

Un mes entero y exacto duró la competición y si entraron 10 mil valientes e ingeniosos humanos de todos los géneros, salieron otros tantos derrotados. Si Jenofonte, el protagonista y cronista de la Marcha de los Diez Mil hubiera vivido en 2020, seguro se habría muerto otra vez, no de Covid sino de vergüenza de ver lo extravagante y bajo nivel en que cayó la inteligencia de la especie humana tratando de ganarle a un simple burro.

Como primero había que hacerlo reír, requisitos indispensable para pasar a la gran final donde habría que hacerlo llorar y ser premiado, hombres y mujeres de todos los países donde el ser humano plantó sus pies, piecitos y piéceses, recurrieron a todas las artimañas habidas y por haber, además de los trucos del libro. Y más cuando el alcalde anunció que el borrico gris era famoso en el pueblo porque de alguna forma inexplicable, entendía perfectamente cualquier idioma humano, hilaba las ideas y reaccionaba a ellas. Pero por lógicas razones anatómicas, no podía hablar como el famoso burro de Shrek.

Así, le contaron chistes (desde los de Pepito hasta los del mismo color de las rocas del planeta Marte), ironías, burlas, sátiras y bromas de todos los grandes maestros del sublime arte de la alegría.. ¡Pero todos fracasaron! ¡El burro siguió más serio y solemne que un pasante de Ciencias de la Comunicación a la hora de titularse!

Cuando el arte fracasó, la ciencia le entró al quite y le hicieron beber al burro sustancias y pócimas de muy extraña composición y nada de nada que se rió ¡Trinche burro aguafiestas y mala leche además!

Como en casos extremos se requieren medidas extremas, el comandante de la policía municipal se las ingenió para conseguir del batallón de infantería más cercano, una granada de gas hilarante para reprimir manifestaciones. Y en consecuencia, una brillante y espesa nube de alegre gas cubrió al cuadrúpedo pero sin afectarle en lo más mínimo. A él no, pero sí a los incautos periodistas e influencers que estaban cerquita cubriendo la nota del día y que se terminaron guacareando en el suelo de tanto reírse durante horas, jejeje (empatía por favor).

Le hicieron cosquillas en la planta de las pezuñas y como no hay humano que resista esto, lamento informarles que sí hubo burro que lo consiguiese.

Como a nadie le gusta perder, el respetable público se alebrestó y bajo la fuerte sospecha de que el burro estaba embrujado o drogado, presionaron tanto y llamaron al «Jefe de Jefes» y éste a sus chicos malos de la zona, que rodearon la carpa y a punta de cuerno de chivo obligaron al alcalde a dar la oportunidad de pasar a la final sin lograr hacer reír al burro. So pena de mandarlo a echar desmadre en el municipio celestial o infernal más cercano.

Como el dinero seguía fluyendo y se tenia cobertura mundial de todas las redes sociales y medios cuyos operadores, valientes entre los valientes, se atrevieron a ir a ese municipio en plena cuarentena. a cubrir la gran noticia, se autorizó y fue otro mes de relajo, ensayo, prueba y error pero sin éxito alguno, en hacer llorar al burro.

ABSOLUTAMENTE TODO FALLÓ: desde el arte dramático que enternece las mentes más ignorantes, las poesías que conmuevan hasta el corazón de los dictadorzuelos bananeros, las canciones que hacen que el amor se revele como lo que es pero sin que nadie se enoje, una masoquista historia de besos, abrazos y balazos, etcétera, etcétera, etcétera.

La ciencia fue inútil, ni con granadas de gas mostaza y todo el arsenal de guerra biológica y millones de rublos gasíferos que Putin mandó en auxilio de los heroicos hijos de la Madre Rusia que brincando de isla en isla, de Cuba a la Verde, En Medio y Sacrificios, llegaron a concursar ¡Nada de nada! ¡El maldito borrico resistió tocho morocho! ¡Jamás se había visto algo semejante!

El acto más loco pero al que no le hallaron defectos en su lógica y por eso debía funcionar -salvo que el burro fuera extraterrestre, mutante omega o un cyborg- fue cuando uno de esos soldados de élite del Ejército, que terminan más locos que una cabra de tanto andar y dispararle a todo lo que se mueve, trajo a la esposa del burro y a sus tres burritos y los asesinó a balazos de metralleta en ráfaga delante del burro ¡¡¡¡RATATATATATATATATAA!!! En un santiamén el señor burro se quedó sin familia pero tampoco les lloró el muy jijo de la guayaba.

Como el honor de la Marina estaba en juego, otro loco de la élite sumergible trajo al anciano padre del burro -a quien solo le faltaban unas semanas para partir felizmente al cielo de los burros por muerte natural después de toda una vida de trabajo en el campo- y lo mató de un disparo de 40mm entre ceja y jeta frente al hijo ¡¡¡BAAAAAAAAAAAANGGGGGG!!! Pero quien siguió sin llorar. Para desconsuelo de sus fans animalistas que lo tacharon de vil animalejo sin sentimientos ¡Fuchi fuchi!

La fuerza aérea no se quiso quedar atrás y como la unión hace la fuerza, combinaron esfuerzos con los chicos de Inteligencia, paracaidistas, zapadores y militares del espacio. Y en pantalla gigante LCD hicieron que el burro y todo el público, vieran como localizaban con total exactitud y masacraban a TODOS TODITOS los burros del municipio (arrasaron con unos 360 de a 4 patas, a 128 ejemplares de a 2 que se habían ido de pinta de una escuela y pasaban por ahí.. y hasta uno que presumía seguido ante las damas de tener 3). A la vez que el presidente de Estados Unidos se apresuraba a depositar generosos y millonarios subsidios en apoyo a sus chicos y en la cuenta del municipio, en concepto de reparación por daños colaterales.

Xi Jinping desde China no podía dejar de participar en este mano a mano borricográfico y mandó a su guardia personal disfrazada de turistas. Pero como ya no había burros en el municipio con qué hacer una demostración de fuerza y poder con Kung Fu, Chi Kung y esas otras técnicas milenarias que ellos conocen muy bien; se trajeron una recua de burros chinos clonados hacía años de un ilustre antepasado de este mismo burro del que estamos hablando.

Y tras advertirle que lloraba o lloraba, porque iban a cortar su linaje familiar por siempre y para siempre. Pero como era de esperarse, nuestro burro no les dio el gusto y a puro y certero golpe de presión en los meridianos y puntos estelares exactos al vibrante sonido del gong y gritos de ¡KIIIAIIIII!, los últimos 50 miembros del linaje de este borrico, pasaron a pastar en las muy verdes praderas del cielo de Manitú. Siguiendo al patriarca fallecido poquito antes por exactamente el mismo motivo.

Y como ya se temía lo peor, Xi Jinping mandó una carga de millones de yuanes para cubrir el honor de la gran nación amarilla y no verse atrás en generosidad con los rusos y americanos. Y nada tonto, pidió muestras del ADN del papá del burro por si este cambiaba de parecer y se podía volver a fotocopiar su linaje y repoblar de burros el municipio ¡Que compasivo nos salió!

Gracias al sacrificio de sus burros, el banco municipal registró por primera vez en sus tacaños años de vida, ingresos por 5000 millones de pesos ¡Wow! Pero el maldito, perverso y desgraciado burro, causante de tanta desgracia y prosperidad a la vez, siguió sin llorar y no protestó ni armó bronca ni dedico un rebuzne siquiera por el primer y muy atroz genocidio de su especie ¡Nada de nada! (¿Dónde diablos está Green Peace cuando se le necesita?).

Decía Napoleón que nadie es invencible en la guerra y yo siempre he sostenido que nada sale perfecto en este universo, ni siquiera a los dioses o a los burros orejones. Así, que cuando el jurado estaba a punto de decidir alzarle la pata y declararlo vencedor de la competición, premiándolo con el codiciado trofeo de la PEZUÑA DE ORO, apareció como caído del cielo un indio. Sí, un hijo de esos pueblos legendarios que se ubican en lo más alto de la sierra y a donde, por fortuna o desgracia, difícilmente o nada les llega la señal de internet y los programas sociales. ¿Cómo la hacen para sobrevivir? Solo Quetzalcóatl lo sabe y segurísimo que no nos lo va a decir.

Pero su eminentísima malignidad Coronabicho no por nada trae su corona de púas desde que nació. Y de una u otra forma también consiguió llegar a esos pueblos remotos, donde hizo de las suyas mandando a muchos al Mictlán, donde ya no van a sufrir ni llorar por las crueldades de este mundo.

Pero no fue tan efectivo como él mismo creía y estos señores que también son de la raza de bronce, sobrevivieron con su economía, cosechas y salud devastadas, pero sobrevivieron. Además de que la vida debe continuar, mal nos pese a todos.

Y como dicen que no es indio él que no se venga, enviaron a su ilustre cacique montaña abajo a buscar auxilios de la malvada y despreciable civilización, además de medicinas, comida y todo lo que se requiere en esos casos. Y como era el único que hablaba o medio mascaba el spanish, le tocó ser el elegido de los dioses para tan gloriosa y sufrida misión.

En este contexto, nuestro amigo cuyo nombre no reproducimos porque inicialmente no quería ser celebridad ni tener only fans ni mucho menos que vaya la mafia de la prensa fuera a molestar en su remoto pueblo, después de semanas de pedir sin éxito la ayuda en numerosos pueblos, villas y ciudades del Estado de Veracruz, por azares del destino, fue arrastrado por la marabunta de gente (¿Acaso una señal de los dioses?) y terminó llegando al FESTIVAL DEL DESMADRE A MORIR y a su mañosa continuación borricona.

Y justo cuando el burro estaba en el apogeo de su gloria venciendo y humillando con sus kilos de resistencia a toda la malvada especie humana que lo había convertido en el único de la suya en todo este sinvergüenza municipio.

Por razones de todos conocidas, tuvo que suplicar primero para entrar, luego para poder participar y al no tener con qué pagar la inscripción, tuvo que cometer el atroz pecado de mentir y decir que era el presidente municipal de un municipio llamado algo de seis letras y terminación en TLAN o PEC (el arqueólogo del Museo de Sitio local solo dijo que era náhuatl pero de una variante que jamás había leído y menos oído). Y que en prenda por dejarlo participar, si perdía, donaba todas las tierras desocupadas de su municipio y todos los ingresos de un sexenio al municipio anfitrión.

Y así como no hay un general que resista un cañonazo de 50.000 dólares, tampoco hay un alcalde que resista un tierrazo de 10.000 hectáreas con pastos verdes, manantiales de agua pura, yacimientos de plata, cuatro cosechas al año, gente de lo más trabajadora y ruinas arqueológicas para el mejor turismo que existe.

Fue tal el impacto que le dieron a su corazoncito tan preocupado por expandir su jurisdicción territorial en bien de su gente (creo que ni el burro se la creyó), que el mismo alcalde anfitrión pagó de su bolsillo la entrada del alcalde visitante. Y nuevamente, con el interés renovado por ver pero ya no por participar, la cobertura mundial se dio la buena vida con lo que describo a continuación:

Le dijeron al indio -con el fin perverso de ponerlo nervioso y destantearlo- que el burro iba invicto en el marcador del partido (0 para los humanos y 10 para los burros) y que nada ni nadie en el planeta había conseguido hacerlo reír o llorar. Nuestro hermano de la sierra solo respondió tranquilo y muy alegre:

-No se preocupen señores, eso es muy fácil.

-¿Ah sí? ¿Y por qué?

-¡PORQUE EN MI PUEBLO LO HACEMOS TODOS LOS DÍAS!

-¡Oraleeeeeeeeeeeeeeeeeee!

Y dicho al hecho, se acercó al campeón de todos los burros a través de los siglos, quien sentía que ya tenia un lugar asegurado en los anales del Ministerio de Fomento, en los libros de historia, en las Crónicas de 100 municipios y con una escuela primaria con su nombre entre hojas de laureles de oro, plata y electrum. Le alzó la larga oreja y le dijo algo que no duró ni 5 segundos. El burro peló tamaños ojotes y comenzó a reír, mejor dicho a rebuznar estridente pero feliz, con más gracias y humor que si hubiera visto venir a San Francisco de Asís y al Hermano Lobo directo a él o a Wamba el bufón de Ivanhoe haciendo sus cabriolas en el aire.

Como es un burro no pudimos encontrar en el diccionario o la gramática la onomatopeya que describa su risa y revolcada por el suelo. Y solo paró cuando ya le dolía la panza de tanto carcajearse pasados sus buenos 15 minutos de fama.

Ante tal muestra del ingenio, el jefe indio solo pidió la ayuda necesaria para su comunidad y el pueblo mexicano, esta vez verdaderamente noble, bueno y sabio, le llenó el sombrero, el morral y los huaraches con dinero de todas las denominaciones y cheques cobraderos al portador.

Ya iba saliendo de la carpa muy feliz y dando saltitos de felicidad, cuando la eficaz guardia municipal que le huye a los malandros pero es rapidísima para otros objetivos que no viene al caso mencionar porque los balconeamos, lo detuvo y lo regresaron al centro de la carpa, donde el alcalde le dijo que no era bueno decepcionar al público y que el espectáculo debe continuar.

El amigo montañés dijo que no era necesario, que ya tenia suficiente para regresar a su comunidad -o lo que quedara de ella- y que el premio se lo podría quedar y repartirlo a su entera satisfacción.

Pero el público quería ver acción (y solo porque el espectáculo era cómico-musical, sino hubieran pedido también sangre) y el alcalde saber como lo habían derrotado en su propia artimaña. Así que insistió y si el visitante no aceptaba, lo arrestaría por jugarle chueco al pueblo en sus narices. Y entonces sí, para cuando saliera a la luz del sol, solo Tezcatlipoca sabría si aún tendría a pueblo a donde volver.

Pues como dice cierto sabio refrán jarocho que DIOS BIEN SABE QUE TENGO LA CARA DE BRUTO PERO DE ESO A QUE LO SEA DE VERDAD HAY UNA GRAN…, el jefe tuvo que entrarle a regañadientes de nuevo a la competición con el honorable Mr. Burro (así le decían con mucho y reverente respeto los hermanos del norte), que ya le esperaba con una sonrisota de orejota a orejota, bien envalentonado.

-¡De acuerdo! Seguiré solo porque ustedes insisten, pero necesito dos cosas. Uno, que si gano el premio sea duplicado pues me obligan a competir. Y dos, necesito hablar con el burro a solas.

-¡Trato hecho! ¡Dos mil milloncejos para ti si lo haces llorar! Y de lo otro, no podemos porque podrías hacer trampa. Pero mmmm ¡Ya se! Te permitiremos que lo lleves al rincón donde todos podremos verte pero no oír lo que hablen. Y te advierto colega, pobre de ti si nos haces trampa.

-¿Cómo cree? Jejeje, hermano presidente municipal, todo será limpio y a lo derecho, RECUERDE QUE EN MI PUEBLO LO HACEMOS TODOS LOS DÍAS.

Y dicho al hecho, el jefe indio se llevó al burro al rincón de la carpa y no se oyó que le dijo, porque el hombre estaba de espaldas al público, entre este y el burro.

Diez segundos más tarde, Mr. Burro se pasmó, luego dio un mega rebuzno y comenzó a llorar y a revolcarse en la tierra, totalmente desolado, devastado, acabado y bajoneado como jamás lo estuvo ningún otro burro en toda la historia del planeta Tierra. Tampoco conseguimos reproducir el sonido pero ustedes queridos lectores son gente buena e inteligente y seguro se lo están imaginando ya.

La triste y lacrimógena derrota del burro duró también sus buenos 15 minutos de infamia.

Con esta doble victoria, tuvieron que darle al indio un par de maletas y un vehículo para poder llevarse los 2000 semillones que Huitzilopochtli le acababa de regalar sin mucho esfuerzo. Ya estaba por salir de la carpa y subirse a la 4 x 4 conducida por la despampanante jefa del DIF Municipal, que repentinamente se había vuelto su más ferviente admiradora y ya estaba pensando en mandar al cuerno a su otrora adorado, admirado y bien ponderado presi, cuando éste le gritó que le diera chance de jugarse la revancha.

Y como entre machines sí hay honor, más rápido de lo que canta un gallo, se arregló que si el indio les revelaba su secreto sobre como venció dos veces a Mr. Burro en juego limpio, el mañoso pero también ilustre cabildo, justicia y regimiento de origen hispanoamericano, se comprometía a mandar despensas, techos, dinero colectado, tiendas de campaña, medicinas, agua embotellada y mil cosas más (¡Había dinero de sobra e imposible ocultarlo!).

Además de una potentísima antena de internet para que el pueblo de la montaña arriba tuviese señal gratis pagada por el ayuntamiento de la montaña abajo y juntos estuvieran en comunicación y disposición de hacer jugosos negocios en común y abatir la pobreza y rezago e inseguridad entre otras cosas y bla bla bla y más bla.

Dice cierta canción ranchera que «con el arca abierta hasta el más justo peca», pero aquí el justo ya se llevaba legalmente la mitad de lo que cabía en el arca (que ya estaba abierta y mucho) y sin pecado alguno concebido y cometido. Así que el jefe indio aceptó muy contento, dio gracias a los dioses, prometiendo matarles un pollo como mínimo, porque corazones y voluntarios a ofrecerlos no había disponibles por el momento.

Y por tercera vez, con cobertura mundial, ahora con Putin, Biden, Xi jinping y todos los líderes mundiales, de mirones en video-conclave y echando el chisme por saber como un indio de pueblo desconocido había logrado lo que nadie en el planeta, llegamos al final de esta historia, queridos amigos y les pido que también tomen nota por favor:

-Pues es muy fácil, cuando me dijeron que lo hiciera reír, le levanté la oreja a mi querido amigo Mr. Burro y LE DIJE QUE LA TENÍA MÁS GRANDE QUE ÉL.

-¡¡WOOOWWWWWWWWWWWWWWWWW!!! (exclamaron billones de voces dentro y fuera de la red).

-Y obviamente no me creyó.

-¿Y la segunda vez, como lograste que llorara a lo bestia?

-PUES LE DEMOSTRÉ QUE ERA VERDAD.

-¡¡¡¡AWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW!!!!

                                           F I N

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