¿Hablas español? | Cómo son la Pequeña República Dominicana y otros dos barrios de Nueva York donde los latinos son mayoría
9 minutos de lecturaDurante décadas estos migrantes han ido conformado comunidades que hoy son parte de la identidad de la ciudad. Son como micromundos que de alguna manera imitan o conservan la esencia de su países de origen.
En «¿Hablas español?» recorrimos tres de estos barrios neoyorquinos en los que los latinos han construido una versión estadounidense de Puerto Rico, República Dominicana y Colombia.
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El sur del Bronx, el enclave boricua
«Mami, prueba esto pa’ver si tu de verdad eres boricua», le dice Ángel Jiménez, más conocido como la Piraña, a una mujer de unos sesenta años que llega a su carro de comida en el sur del Bronx en Nueva York.
«Esto sabe como en la isla», dice la mujer mientras saborea una pata de lechón humeante.
Nueva York es el estado con mayor cantidad de puertorriqueños en EE.UU. y el Bronx es el barrio donde vive la mayoría de ellos.
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Las cifras oficiales estiman que en el Bronx viven unos 300.000 puertorriqueños y La Piraña Lechonera es uno de los clásicos puntos de encuentro a los que van a comer platos típicos, escuchar salsa y conversar con sus paisanos.
«Aquí se sienten como en Puerto Rico», le dice a BBC Mundo Jiménez, quien tomó las riendas de la lechonera luego de la muerte de sus padres, quienes la habían mantenido durante 60 años.
«Comemos, hablamos, escuchamos música, nos damos un par de frías y sigue por ahí pa’bajo, sin miedo«, dice Jiménez.
La migración de puertorriqueños a Estados Unidos se aceleró a partir de la Primera Guerra Mundial y llegó a su máximo entre las décadas de los 50 y los 70.
Desde entonces sufrieron dificultades para lograr buenas condiciones de vida, pero al mismo tiempo se convirtieron en parte esencial de la ciudad.
Uno de sus aportes más famosos fue su rol en el surgimiento de la música salsa.
Miguel Ángel «Mike» Amadeo hizo parte de este movimiento desde los 50. Amadeo, de 85 años, es compositor. Sus canciones han sido grabadas por los grandes de salsa, incluyendo «Que me lo den en vida», que hizo famosa El Gran Combo.
«Mike» es el dueño de «Casa Amadeo», una de las tiendas de música más antiguas de la ciudad, que gracias a sus más de 50 años de funcionamiento se ha convertido en un santuario para los amantes de salsa.
Ahí llegan no solo a comprar y a escuchar música que ya no se escucha en muchas partes, sino a conversar, tomarse unos tragos y recordar la época dorada de la salsa en Nueva York.
Uno de los amigos de Mike que llega a la tienda lo llama «el último mohicano de la salsa». Y no exagera, desde su tienda mantiene viva la identidad boricua en el Bronx , una labor que ha sido reconocida por la ciudad.
Su tienda está incluida en el Registro Nacional de Lugares Históricos y la calle en la que está ubicada fue rebautizada en homenaje al compositor.
Amadeo es consciente de la importancia que tiene su tienda, y aunque se queja de que el negocio no es rentable, se mantiene en firme en su misión.
«Esto es lo que me gusta y lo que quiero hacer».
«Esta tienda me mantuvo por 50 años consecutivos, si tengo yo que mantener a esta tienda por los últimos 2 o 3 años que me quedan de vida, pues lo haré con un gusto tremendo«.
El «Plátano Packing District»
Los dominicanos son la comunidad latina más numerosa en Nueva York, según un estudio de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).
Se calcula que en la ciudad viven cerca de 750.000 dominicanos.
Gran parte de ellos viven Washington Heights, en el norte de Manhattan, una zona oficialmente reconocida como «La Pequeña República Dominicana».
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«Esto es como una familia«, le dice a BBC Mundo Frank Nibbs, productor del podcast Latinos Out Loud. Nibbs, de padres dominicanos, nació y creció en Washington Heights.
Al caminar por la avenida St. Nicholas que atraviesa el barrio se puede sentir el ambiente caribeño. En las tiendas se escucha música merengue y los carros pasan con bachata a todo volumen.
Los mercados venden frutas en la calle, y abundan los manojos de plátano verde, uno de los alimentos favoritos de los dominicanos.
«Estamos en el Plátano Packing District«, le dice a BBC Mundo Carolina Contreras, más conocida como Miss Rizos.
Contreras es la dueña de una peluquería especializada en cabello rizado, una iniciativa que es parte de su labor como emprendedora interesada en promover la identidad de las mujeres dominicanas.
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«El dominicano aquí es más dominicano que allá», dice.
«Los dominicanos en Washington Heights sienten una añoranza enorme de esa tierra que dejaron, incluso los que nacieron aquí también sienten nostalgia».
Uno de los puntos donde los locales calman esa añoranza es «Habichuelas con dulce», un puesto callejero sobre la calle 182 que es un ícono del barrio.
Ahí trabaja Fela Méndez, quien hace 10 años se vino de la isla y ahora vende manjares típicos como maíz caquiao, majarete y la especialidad: habichuelas con dulce. Habichuelas es como los dominicanos llaman a los fríjoles.
«Somos débiles por nuestra tierra», dice Méndez.
Frank Nibbs dice que caminar por la avenida St. Nicholas es como estar en Santo Domingo, pero reconoce que el barrio está cambiando.
El estudio de CUNY advierte que Washington Heights «se está gentrificando rápidamente».
Este fenómeno, advierte el estudio, está afectando a los vecinos más pobres que llevan años viviendo en el barrio, ya que las rentas son cada vez más altas en la zona.
Si la «gentrificación» continúa, advierte el informe, «significará la eliminación de la identidad cultural de larga data del barrio».
«Esto será una pérdida no solo para el pueblo dominicano, sino también para todos los neoyorquinos».
Pero en Washington Heights todavía hay bastiones de su cultura.
Uno de ellos es el Centro Cultural Deportivo Dominicano, más conocido simplemente como El Deportivo.
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A este club social, creado hace 53 años, llegan desde personas mayores a jugar dominó, hasta niños después de sus prácticas de béisbol. Regularmente ofrecen charlas sobre temas de salud y migración para los dominicanos, y los fines de semana organizan fiestas con música tradicional.
«Es la representación máxima de la dominicanidad», le dice a BBC Mundo, Santiago González, un miembro del club que migró de la isla a Estados Unidos hace 41 años.
Así, los dominicanos de Washington Heights tratan de mantener la esencia de su barrio por algún tiempo más. Nibbs confía en que aún falten varios años para que los saquen de ahí.
«Somos la vida de Washington Heights», dice.
La Pequeña Colombia
¿Cómo se vive de inmigrante pobre en la ciudad más competitiva del planeta? Los colombianos de Nueva York saben mucho de eso.
Al igual que incontables otras etnias y razas, llegaron en masa en la década de 1960 a la «Gran Manzana», cuando un cambio en las leyes migratorias facilitó la entrada de personas no europeas al país. Para vivir, la mayoría de los colombianos escogieron el distrito de Queens, el sitio más diverso del mundo. Y el barrio de Jackson Heights se convirtió en el corazón de la comunidad.
Lo atraviesa la Avenida Roosevelt, que recibe al recién llegado de Manhattan con una serie de negocios inconfundiblemente colombianos. Cada almacén parece tener un voceador ofreciendo sus productos a grito limpio en la calle.
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En una época, Jackson Heights tuvo cierta fama de barrio bravo. Un pequeño aviso en una calle y un parque en el barrio conmemoran a Manuel de Dios Unanue, un periodista abaleado en pleno Queens en 1992, en un crimen que fue atribuido en su momento a los carteles colombianos de la droga.
Jackson Heights ha cambiado mucho desde entonces. Los amagos de narcoviolencia cedieron y el barrio, junto con el resto de la ciudad de Nueva York, es mucho más próspero y tranquilo.
Los grupos étnicos se disputan comercialmente cada centímetro del barrio. Hace un par de décadas el sector era uniformemente colombiano. Hoy compite con la llegada de tibetanos, nepaleses, indios y mexicanos, entre otros.
También está cambiando políticamente. Los inmigrantes y sus hijos se organizan y se empiezan a hacer sentir en las elecciones. La abogada colombo-estadounidense Catalina Cruz es parte de ese cambio. En 2018 fue elegida a la legislatura estatal de Nueva York en un distrito que incluye a Jackson Heights, convirtiéndose en apenas la tercera dreamer en todo el país en llegar a un puesto de elección popular.
Cruz le cuenta a BBC Mundo que su madre la trajo siendo una niña de su Medellín natal, huyendo de la violencia en la época de Pablo Escobar.
«Entramos con una visa de turismo y nos quedamos». Con mucho esfuerzo regularizó su situación migratoria, estudió y se enroló en la política.
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Representa a una comunidad en la que se habla decenas de idiomas además del español. «Una de mis asistentes es de Bangladesh», dice.
Cruz está consciente del reto de ser una dirigente representando un barrio de inmigrantes en la era de Trump, sin ocultar su poca afinidad por el presidente.
Asegura que más allá del simbolismo político, le gusta ayudar a la gente. Se ve que se siente a gusto aquí. Nos recomienda un sitio donde venden chicharrones, y por supuesto, «La Pequeña Colombia», el restaurante de barrio donde las familias celebran sus grandes ocasiones: los grados, los bautizos.
«Jackson Heights me encanta», asegura Cruz. «Todos nos conocemos, me hace sentir como en mi casa».
FUENTES BBC NEWS