23 de noviembre de 2024

Clarin Veracruzano

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El español Artur Segarra, condenado a muerte en Tailandia, pierde la última apelación

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Aún le queda una última carta que jugar en su defensa: solicitar el perdón a la Casa Real Tailandesa, para que le conmuten la pena capital por la cadena perpetua

Hace tres años, Artur Segarra era el hombre más buscado en Tailandia. No por huir de España por su estafa hipotecaria a 50 jubilados catalanes, sino por secuestrar, torturar, asfixiar y descuartizar a un consultor de Lleida y lanzar sus restos al río Chao Phraya de Bangkok. Segarra, después de ser visto comiendo en un restaurante al este del país, huyó a Camboya. Pero dos días más tarde una pareja de españoles que lo reconoció alertó a la Policía. Fue detenido y entregado a las autoridades tailandesas.

Un año después, en abril de 2017, el español fue condenado a muerte por la Justicia del país del sudeste asiático. Sus abogados recurrieron ante el Tribunal de Apelaciones, que falló en su contra. Más tarde lo intentaron de nuevo ante el Tribunal Supremo. Pero hoy la audiencia ha ratificado la sentencia en última instancia, rechazando la última apelación de la que disponía el condenado.

Los magistrados tailandeses han considerado válidas en todo momento las pruebas presentadas por los investigadores policiales: las muestras de ADN, las grabaciones de las cámaras de seguridad y los extractos bancarios que muestran transferencias de 930.000 euros desde las cuentas de la víctima, David Bernat. El jefe de la investigación, el general de Panya Mamen, dijo tras una primera ronda de interrogatorios que Segarra había planeado cuidadosamente el asesinato y probablemente fue motivado por dinero, ya que el sospechoso no tenía ninguna ocupación reconocida.

Mamen siempre ha apuntado a que Segarra secuestró a Bernat (39 años), ingeniero y consultor de telecomunicaciones que vivía en Teherán pero que pasaba largas temporadas en Bangkok, el 19 de enero de 2016 y que lo retuvo durante siete días en el apartamento que tenía alquilado en la capital. Allí lo descuartizó. Las cámaras de seguridad mostraron que víctima y asesino estuvieron de fiesta aquel 19 de enero, en el barrio rojo de la ciudad, y que ambos volvieron en moto de madrugada al apartamento de Segarra. No se volvió a ver a Bernat con vida. Las autoridades no encontraron los restos del cadáver hasta el 30 de enero en el río. Los investigadores sostienen que Segarra, durante el tiempo que tuvo secuestrado a Bernat, lo extorsionó para que la víctima le hiciera la transferencia con el dinero.

Segarra siempre ha mantenido su inocencia. «Yo no he matado a nadie. No sé nada», ha insistido una y otra vez, señalando, en una misiva enviada a la agencia EFE desde la prisión de máxima seguridad de Klong Prem, que la persona que realmente asesinó a Bernat fue su ex pareja, la tailandesa Pritsana Saen-ubon. Y que todo se trata de un «complot entre ella y la Policía para presentar pruebas en su contra y condenarlo».

A Segarra aún le queda una última carta que jugar en su defensa: solicitar el perdón a la Casa Real Tailandesa, para que le conmuten la pena capital por la cadena perpetua.

FUENTE: EL MUNDO

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