1ª Invasión francesa: Ataque a San Juan de Ulúa, Veracruz
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El barón Antoine Deffaudis demandaba el pago de 600 mil pesos, pero ante la negativa del ministro mexicano, renunció a su cargo. No obstante, el gobierno francés apoyó al barón, rompió relaciones diplomáticas con México en abril de 1838 y encargó al comandante Bazoche el mando de una flota.”
Susana M. Delgado
Libro: Historia de México: El Primer Imperio,el Segundo Imperio, la República restaurada,el Porfiriato
Del 16 de abril de 1838 al 9 de marzo de 1839, tuvo lugar el primer conflicto bélico entre Francia y México que mantuvo los puertos mercantes mexicanos bajo bloqueo de los buques de guerra franceses, por más de ocho meses, para presionar al gobierno mexicano a ceder a sus demandas, hasta la declaración de guerra. El 27 de noviembre de 1838 los franceses abrieron fuego contra la fortaleza de San Juan de Ulúa y la tomarían, y el 5 de diciembre atacaron el puerto de Veracruz. Esta primera invasión francesa se conocida como la “Guerra de los Pasteles” [1]. El conflicto ocurrió durante el segundo mandato presidencial de Anastasio Bustamante y dentro de la etapa histórica de México conocida como centralismo.
Desde la proclamación de la independencia de México en 1821, pasando por el frustrado Imperio de Iturbide, la transición del triunvirato, hasta el establecimiento de la república, el país fue el centro de atención, principalmente de tres potencias europeas: España, Inglaterra, Francia, así como de los Estados Unidos (EUA). España no renunciaba a la idea de recuperar “su colonia» fuente inagotable de recursos y mano de obra explotada; Inglaterra, en la competencia con EUA, se centraba en el comercio y la repatriación de las ganancias de sus compañías. Los Estados Unidos desde su conformación como nación, instauraron el principio de su política exterior la Doctrina Monroe[2], para respaldar su carácter expansionista, acabando con los sueños del imperio español en América y mandando claro mensaje de lo que consideraban “sus dominios” a las demás potencias europeas; por su parte Francia estaba involucrada en los aspectos político y económicos de América Central y las Antillas y su negocio comercial marítimo.
Al interior del país se viven tiempos difíciles en un esfuerzo por consolidar a la nación mexicana y su reconocimiento en el mundo. Desde 1824 en que se consolidó México como Republica Federal democrática y representativa, con Guadalupe Victoria como primer presidente, el proceso fue largo y tortuoso; se viviría una época de intrigas y conspiraciones, entre bandos que poco a poco se conformarían en dos partidos: el conservador o clerical, que promovía un gobierno centralista, y el liberal, defensor de una república federal y contra el dominio de las corporaciones (clero, militares, empresas extranjeras).
No cesaban los acosos a la recién instaurada nación, que se encontraba en bancarrota e incapacitada para obtener recursos para salir del total endeudamiento en el que estaba sumida, y para hacer frente a los poderes extranjeros; mientras internamente continuaban levantamientos por los posicionamientos encontrados de los partidos en la disputa por el gobierno, distrayendo a las ya de por sí mermadas fuerzas armadas, y se enfrentaba, además, el proceso de independencia de Texas en el norte del país
En 1827, se celebró un convenio provisional, entre México y Francia bajo el nombre de «Declaraciones Provisionales», que asentaba las bases diplomáticas y comerciales que regirían la convivencia entre ambos países, acuerdo, que no fue ratificado. Los europeos buscaban trato y protección especial.
La invasión francesa se enmarca dentro del intento de Francia de conseguir privilegios económicos en América Latina, con el uso de acciones desestabilizadoras y de intromisión en los aun inestables y recién formadas naciones. Por más de dos años establecieron bloqueos en Buenos Aires, Argentina, con el consabido deterioro económico y financiero del país[3] y en Uruguay en 1837, el bloqueo a las entradas fluviales del Rio de la Plata, propicio la organización de un levantamiento contra el presidente de Uruguay, que junto con el bloqueo marítimo acabó tomando la capital del país.
México había acabado en 1836 la guerra con Texas, y el 28 de diciembre de ese mismo año, finalmente España reconoce la independencia de México, y cuando llega el año de 1838, aún no se había podido concertar un tratado definitivo con Francia, pese a la firma de un nuevo tratado en 1830, y una convención en 1834, el representante francés, el barón Antoine-Louis Deffaudis había abandonado las negociaciones al no coincidir con dos artículos: uno referente a contribuciones en préstamos forzosos impuestos a nacionales y extranjeros, y el otro sobre la suspensión del comercio al menudeo, cuando los intereses de la República lo exigieran[4]. En consecuencia, en enero de 1938, Deffaudis abandonó su misión diplomática en México, los comerciantes franceses avecindados en México enviaron con él una serie de reclamaciones sobre la merma de sus ganancias y destrozos ocasionados durante los conflictos internos, el gobierno mexicano había respondido que no sus demandas, negándose a indemnizarlos al ser reclamos cuantiosos y desproporcionados[5]. Y Deffaudis regresó a Francia, para volver al poco tiempo en marzo, acompañado de diez barcos de guerra que apoyaban las reclamaciones de su gobierno. Fondearon frente a la Isla de Sacrificios, Veracruz, Deffraudis envió una nota extraordinariamente ofensiva al Gobierno mexicano, con el carácter de “ultimátum” con vencimiento el 15 de abril, amenazando con invadir el territorio mexicano, sí México no cumplía sus condiciones, esto llevo a una controversia diplomática que no tuvo solución, por lo que el comandante M. Bazouche envió un oficio al comandante de Veracruz el general Rincón, anunciando el rompimiento de relaciones entre ambas naciones
Es entonces cuando las amenazas francesas se hicieron realidad, el 16 abril de 1838 se inició un bloqueo naval de las costas mexicanas por fuerzas francesas que reclamaban indemnizaciones, el pago de la deuda externa y además la destitución de un juez, un general y un coronel. La situación en el puerto de Veracruz y San Juan de Ulúa se volvió crítica, informaban los generales Rincón y Gaona: no contaban con dinero para medicinas, no llegaba ayuda para la defensa en caso de ser atacados. La situación del Gobierno de la República, no era menos desconsoladora, mientras intentaba someter a revolucionarios que en diversas partes del país se habían levantado contra Bustamante, sus ingresos ya insuficientes de por sí, se veían reducidos por el bloqueo; mientras, continuaban llegando buques franceses. El 26 de octubre en la fragata “Nereidas” llegó el ministro plenipotenciario de Francia el contra-almirante Charles Baudin, solicitó permiso para trasladarse a la Ciudad de México llegando ahí el 1º de noviembre para iniciar negociaciones, el gobierno mexicano pidió que se suspendiera el bloqueo mientras estas se realizaban, a lo cual se negó y para el día 4 ya estaba de regreso en Veracruz. Las negociaciones continuaban y el 17 de noviembre, y sin suspensión del bloqueo, se reunieron en Jalapa. México aceptó pagar los 600,000 pesos y el contra-almirante y atacante, negociador por Francia, renunció a la destitución del juez y los militares, pero añadió en la petición un millón de pesos como indemnización por los gastos incurridos por Francia en el bloqueo; y que la indemnización al comercio francés se reconociera como legal. Las pláticas terminaron el día 19, Baudin reiteró sus peticiones poniendo como límite el día 27 de noviembre, se regresó a Veracruz llegando el día 21, Entre las demandas presentadas, se exigía la indemnización por los saqueos y destrucciones, ya fuera por parte del pueblo o los partidos beligerantes, que habían sufrido los súbditos franceses, dentro de estas, se encontraba el reclamo de un pastelero francés de nombre Remontel cuyo negocio se situaba en Tacubaya, Ciudad de México, mismo que supuestamente había sido saqueado y arruinado en 1828 (10 años antes) por oficiales mexicanos durante el gobierno de Santa Anna. Remontel reclamó al gobierno mexicano una absurda indemnización de 60 mil pesos (una suma realmente exagerada para la época). Por este motivo es que a esta intervención militar se le conoce en México como la “Guerra de los Pasteles” [6]. Debido a esto México decide nuevamente no ceder ante los reclamos, carentes de sustento legal, y el día 27 de noviembre de 1838, ante las infructuosas negociaciones de México por llegar a un arreglo, Baudin, efectivamente abrió fuego sobre San Juan de Ulúa[7]. Santa Anna llego al día siguiente y fue comisionado para revisar los daños, consideró prudente la capitulación.
La noticia causó gran indignación en el país, el gobierno ordenó a Rincón entregar el mando a Santa Ana, y declaró la guerra a Francia, aumento el ejército y ordenó la salida de los súbditos franceses. Mientras continuaba el arribo de buques franceses, Baudin volvió a proponer aceptaran sus condiciones, pero el ataque a Veracruz se efectuó y el general Rincón decidió defender la plaza.
La guerra culminó el 9 de marzo de 1839, firmándose ese día en Veracruz el Tratado de Paz entre México y Francia. Dentro de este tratado el gobierno mexicano se comprometió a pagar 600,000 pesos de indemnización para los residentes franceses, pero se negó a conceder el tratado que exigían en 1827, se ofreció al gobierno francés el mismo trato comercial que se daba a otros países, el cual no incluía la libertad para comerciar al menudeo[8].
La invasión francesa fue un plan desestabilizador que aprovechaba las condiciones difíciles e inestables del país: Al bloqueo, siguió la expedición de Baudin: el bombardeo de Ulúa y el breve desembarco de fuerzas francesas en Veracruz el 5 de diciembre. Lo que Francia esperaba era el sometimiento de México.
Fuente: cndh.org