Cuidar la salud de nuestros niños es asegurar el futuro del país
4 minutos de lecturaEl estado de salud de los más pequeños es un indicador inequívoco de la situación y el potencial futuro de cualquier país, y parece que no siempre le prestamos la atención que merece. Que la obesidad infantil es una problemática global ya nadie lo niega, pero aún nos cuesta reconocer el impacto que tiene en nuestro entorno más próximo. Seguimos asociando el problema a países como Estados Unidos o Reino Unido, regiones que no tienen la suerte de contar con la preciada dieta mediterránea. Sin embargo, no somos conscientes de que precisamente los países del arco mediterráneo son los que lideran los ránkings de obesidad infantil en Europa. En muchos de los talleres que realizamos en la Gasol Foundation, nos damos cuenta de que muchos padres no son conscientes de la gravedad del problema y les cuesta reconocer la obesidad de sus propios hijos.
Vivimos, por tanto, en una contradicción interesante. Si realmente somos tan afortunados de residir en un país que es un referente mundial por la calidad de su gastronomía y por la proyección de sus deportistas, entre otras cosas, ¿por qué esto no se ve reflejado en la salud de los niños y niñas?
El primer paso para aportar luz a esta cuestión es estudiar el punto de partida. Gracias a la evidencia científica, sabemos que la obesidad infantil está relacionada no solo con los hábitos de alimentación y la actividad física sino también con el bienestar emocional y el descanso. Personalmente, he tenido la suerte de crecer en un entorno en el que se daba mucha importancia a estos cuatro factores, pero con los años me he dado cuenta de la importancia que tienen en el desarrollo de los niños y jóvenes. En España, durante años, hemos contado con la existencia de estudios –como es el caso del Estudio Aladino o de Anibes– que nos mostraban una situación alarmante pero que, a la vez, evidenciaban la necesidad de seguir profundizando en la cuestión para obtener datos objetivos de muestras representativas.
Con este propósito nació el estudio PASOS, liderado por la Gasol Foundation, que aporta evidencia científica relevante en España y actualiza el conocimiento sobre la epidemia de obesidad infantil y sus factores determinantes para una muestra representativa de niños y niñas de 8 a 16 años. Los resultados del estudio son, sin duda, reveladores a la vez que ponen en evidencia la necesidad de tomar cartas en el asunto.
En la actualidad, más de un tercio de los niños y adolescentes (34,9 %) padecen sobrepeso u obesidad. Para que nos hagamos una idea, esta problemática afectará a siete niños de una clase de veinte, y tiene implicaciones en distintas esferas. En el ámbito de la actividad física, estamos ante una generación cada vez más sedentaria –el 63,6 % no realiza los 60 minutos al día de actividad física moderada o vigorosa que recomienda la OMS– y más absorbida por las pantallas –destinan más de tres horas al día a ellas durante la semana y cinco horas el fin de semana, muy por encima de las dos horas diarias que recomienda la OMS. Antes, el problema de muchos padres era conseguir que sus hijos regresaran a su casa porque pasábamos horas y horas jugando en las calles y en los parques. Parece que ahora el reto es conseguir que los niños y niñas salgan a jugar fuera debido a la adicción a las pantallas.
Los hábitos de alimentación son también un reflejo claro de esta situación. Si bien empezaba el artículo expresando el orgullo de sentirnos herederos de la dieta mediterránea, el estudio evidencia el deterioro del nivel de adherencia a este tipo de dieta. Demasiados niños y adolescentes siguen hábitos de alimentación que van en detrimento de su salud como son desayunar bollería industrial (31,7 %), comer en un restaurante de comida rápida al menos una vez a la semana (23,1 %) o consumir dulces y golosinas varias veces al día (22 %). En cambio, hábitos que aseguran un buen estado de salud, como es el consumo de frutas y verduras, tienen una incidencia mínima en la dieta de los más pequeños. Solamente un 15,9 % de la población infantil y juvenil declara consumir al menos cuatro raciones de fruta y/o verdura al día.
FUENTE: EL PAÍS