25 de noviembre de 2024

Clarin Veracruzano

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Murió Guillermo Soberón Acevedo, edificador de instituciones

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El exrector de la UNAM y exsecretario de Salud descentralizó los servicios sanitarios e impulsó las campañas nacionales de vacunación.
Murió Guillermo Soberón Acevedo, edificador de instituciones

Protagonista de los últimos 60 años de historia de la salud y la educación en México, el doctor Guillermo Soberón Acevedo murió ayer a los 94 años de edad.

El exrector de la UNAM y exsecretario de Salud abrió el capítulo de la histórica descentralización de los servicios de salud en el país y logró que los mexicanos hoy tengan el derecho a la salud garantizado en el artículo  4º de la Constitución. 

Durante su gestión como secretario de Salud entre 1982 y 1988 se creó el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) que hoy se ha convertido en la mayor área de terapia intensiva para dar atención a los enfermos por el nuevo coronavirus . También nació el Instituto Nacional de Salud Pública  (INSP) y  se crearon alrededor de  800 centros de salud y hospitales generales.

Como una de sus grandes aportaciones a la salud pública destaca que impulsó los Días Nacionales de Vacunación contra la poliomielitis que ayudaron a erradicar la enfermedad.

Durante su administración cambió el nombre de la Secretaría de Salubridad y Asistencia por el de Secretaría de Salud en 1986, convirtiéndose en la cabeza rectora del sector salud.

Apenas, en septiembre pasado, Soberón Acevedo representó al grupo de exsecretarios que le pidieron al gobierno mexicano un golpe de timón urgente en su estrategia de control de la pandemia de covid-19 a través del documento La Gestión de la Pandemia en México. Análisis preliminar y recomendaciones urgentes,  lo que fue calificado por el subsecretario  de Salud, Hugo López-Gatell, como “fórmulas mágicas”.

Durante los últimos días de septiembre y la primera semana de octubre estuvo internado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y  Nutrición Salvador Zubirán.

A mediados de octubre regresó a su casa. El médico, que en diciembre cumpliría 95 años, presentó insuficiencia renal, respiratoria, cardiaca y  hepática, pero estuvo lúcido y conversador todo el tiempo.

Le tocó enfrentar la epidemia del VIH y los terremotos de 1985

Tras concluir su rectorado por dos periodos en la máxima casa de estudios, el doctor Guillermo Soberón coordinó  los Servicios de Salud de la Presidencia de la República  y un año después se convirtió en secretario de  Salubridad y Asistencia.

Su primera acción  fue enviar al  Congreso de la Unión  una iniciativa para incorporar el derecho a la salud en el artículo 4º constitucional que derivó en la modificación de la Ley General de Salud en 1983.

Como encargado de la política de salud en el país le tocó enfrentar la epidemia del VIH  y  los terremotos de 1985.

El guerrerense es médico cirujano por la Escuela Nacional de Medicina, hoy Facultad de Medicina de la UNAM Y  doctor en Fisiología en la especialidad de Química Fisiológica en la Universidad de Wisconsin.

Antes de ser el rector número 36  de su alma máter fue director e investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas y  Coordinador de la Investigación.

Amante del futbol, de 2000 a 2004 presidió el Club Universidad Nacional, A. C. (Pumas).

Constructor de instituciones, en 1957 fundó la Sociedad Mexicana de Bioquímica y fue su primer presidente. Participó también en la creación y funcionamiento de la Fundación Mexicana para la Salud que también presidió.

En 2013, Soberón, quien recibió once doctorados Honoris Causa, fue  nombrado Médico Ilustre de la Nación en el patio de la Secretaría de Salud federal e Investigador Emérito del Instituto Nacional de Salud Pública  un año después.

GRUPO DE SOBERÓN EN LA UNAM

El doctor Guillermo Soberón Acevedo es uno de los rectores que logró conformar un grupo académico-político muy importante en la UNAM, del cual se desprendieron seis rectores. Fue rector de la máxima casa de estudios, de 1973 a 1981, luego de un periodo convulso que obligó la salida anticipada de sus antecesores.

Soberón fue así el segundo en lograr un rectorado de ocho años completos, desde 1945, con la estabilidad que propició la Junta de Gobierno en la vida interna de la Universidad Nacional.

Cabeza de un grupo de poder que ha extendido su influencia por décadas, su alianza con los juristas, encabezados por Jorge Carpizo y los científicos, con José Sarukhán, quienes fueron sus colaboradores, dieron pie a que su influencia se mantuviera. José Narro Robles comenzó a tener presencia en la UNAM desde el rectorado de Soberón.

Octavio Rivero Serrano, aunque es médico, estrictamente no formó parte del grupo Soberón; fue el veto de la comunidad científica, aliada con Soberón, la que le impidió reelegirse.

Jorge Carpizo MacGregor, colaborador cercano de Guillermo Soberón, fue respaldado por él para suceder a Octavio Rivero. Al mismo tiempo, creó su propio grupo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas y a él también pertenece José Narro Robles.

José Sarukhán Kermez, director del Instituto de Biología cuando Soberón era rector, fue el coordinador de la Investigación Científica de Jorge Carpizo. Fue uno de los académicos que pidió a la Junta no reelegir a Octavo Rivero.

Juan Ramón de la Fuente, hijo de uno de los siquiatras más reconocidos a nivel nacional, Ramón de la Fuente, formó su propio grupo político, del cual cual también fue parte José Narro Robles, pero sus raíces político-académicas están en el soberonismo de la Facultad de Medicina.

José Narro Robles, soberonista y carpicista, desarrolló su talento de negociador político desde sus épocas de profesor de la Facultad de Medicina, en el rectorado de Soberón; fue el secretario general de la UNAM con Jorge Carpizo y durante años fue el hombre de mayor poder cercano a De la Fuente.

Enrique Graue. Su origen de actividad política interna es con el grupo de Juan Ramón de la Fuente-José Narro Robles, pero a raíz de la separación de ambos, su trabajo se mantuvo cercano a De la Fuente en los primeros años de su primer periodo de gobierno; ahora es más cercano a Narro Robles.

 La UNAM de Soberón

Considerado adversario del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), porque solicitó la entrada de la seguridad pública al campus universitario para terminar con la huelga de los empleados, pero después de lo cual se formalizó la relación laboral en la institución, a partir de un contrato colectivo de trabajo, Guillermo Soberón fue el impulsor de las Escuelas Nacionales de Estudios Superiores (ENEP), hoy Facultades de Estudios Superiores (FES).

El mundo de la investigación creció de manera significativa con Guillermo Soberón, pues fomentó la creación de institutos, centros y programas de investigación en las áreas de ciencias sociales, ciencias exactas y humanidades.

La UNAM calificó de inmenso el legado

“El nombre del doctor Guillermo Soberón Acevedo está sólidamente ligado al desarrollo y fortalecimiento de la salud, la educación pública, la autonomía universitaria, la investigación científica y la cultura en México, e indisolublemente vinculado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)”, reconoció la máxima casa de estudios.

En un comunicado, tras darse a conocer el fallecimiento del exrector y exsecretario de Salud, la UNAM destacó que Soberón fue un destacado impulsor a la reforma al Artículo Tercero Constitucional que incorporó la autonomía universitaria y fortaleció la  descentralización de la Universidad Nacional, al crear los cinco planteles de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) que hoy ya como Facultades de Estudios Superiores atienden a 40%  de la matrícula de licenciatura.

 “Rector de esta casa de estudios del 3 de enero de 1973 al 2 de enero de 1981, su gestión marcó una profunda transformación de la Universidad Nacional por sus aportaciones en los ámbitos académico, de la investigación, docencia y extensión de la cultura”, refirió.

Indicó que en sus dos periodos como rector se construyeron más metros cuadrados de superficie para actividades académicas y culturales, que en los 40 años previos.

En su gestión, surgió la Facultad de Psicología y la Escuela Nacional de Trabajo Social, mientras que las escuelas de Enfermería y Economía evolucionaron para convertirse en facultades.

Nacieron también entidades como el Centro de Investigación en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas; de Estudios sobre la Universidad; de Ciencias de la Atmósfera; de Ciencias del Mar y Limnología; al igual que los institutos de Investigaciones Antropológicas; de Filológicas, y de Ingeniería, entre otros.

Impulsor

Soberón Acevedo además Impulsó el crecimiento del posgrado y el Sistema de Universidad Abierta y fomentó la descentralización de proyectos y programas en diferentes puntos del país, entre ellos: el Observatorio Astronómico de San Pedro Mártir.

Fue el artífice del Centro Cultural Universitario. Destaca la apertura de la Sala Nezahualcóyotl, uno de los sitios para conciertos más importante a nivel mundial, por su espectacular acústica y diseño arquitectónico.

La Universidad Nacional resaltó que el exrector fue distinguido con más de una docena de doctorados honoris causa de instituciones en México y el extranjero, y miembro de El Colegio Nacional.

UN HOMBRE QUE JAMÁS TUVO MIEDO A LAS PALABRAS

Narró varios episodios que vivió como servidor público.

Identificado como un hombre que jamás le tuvo miedo a las palabras, Guillermo Soberón no sólo fue uno de los exrectores de la UNAM, sino uno de los universitarios más activos en la vida interna de la institución, incluso hace sólo cinco años incluyó en sus memorias El Médico. El Rector, revelaciones que sacudieron a la comunidad universitaria dentro y fuera la de la institución.

Detrás de algunas crisis internas de la UNAM sí ha estado la mano de un Presidente de la República, pues Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo asumieron decisiones que llevaron a la universidad nacional a tener momentos difíciles, asegura Guillermo Soberón Acevedo en su libro autobiográfico.

En 1999, la inacción de Ernesto Zedillo terminó prematuramente con el rectorado de Francisco Barnés de Castro.

“Tal pasividad en un clima de violencia desmedida, con la consecuente impunidad de los agresores fue un factor clave en esas renuncias, y lo mismo habría de ocurrir en 1999 al rector Francisco Barnés de Castro, cuando el llamado Consejo General de Huelga (CGH) agredió brutalmente a la UNAM ante la indiferencia –y tal vez, nuevamente, la complicidad— de autoridades gubernamentales”, dice.

Revela un episodio de la forma en que el entonces secretario de Gobernación, y hoy titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, quiso entrometerse en la vida de la UNAM. Episodio que en el propio año 2015, el entonces senador Manuel Bartlett desmintió e incluso llamó a Soberón “cacique de la UNAM”.

En el libro, Guillermo Soberón cuenta que primero habló con el secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, y luego con el propio Presidente de la República, Miguel de la Madrid, quien era su jefe, pues Soberón era secretario de Salud, y ambos le explicaron que la recomendación para pedirle que interviniera ante la Junta de Gobierno en favor de la reelección de Rivero Serrano era de Manuel Bartlett.

“Dos días después me habló Manuel Bartlett por la red, para invitarme a platicar y me puse a sus órdenes. Añadió que debía ser pronto, porque era urgente y acordamos tomarnos un café. Llegué a Bucareli cerca de las nueve de la noche. Aseguró que le preocupaba el proceso de la Universidad, que era conveniente la reelección de Rivero y que por tanto me pedía hablar con mis amigos de la Junta de Gobierno para enterarlos de que el gobierno veía con agrado esa opción.

“Le pregunté si el presidente De la Madrid sabía de la conversación que en ese momento sosteníamos y me testó: ‘Bueno, no sabe que estamos hablando ahora; he platicado con él sobre la posibilidad de hacerle esta petición.

“Pues mire –le respondí-, antes de que me siga dando explicaciones debo decirle que yo hablé con el señor Presidente esta cuestión hace un par de días y le expuse mis razones para no ser intromiso. Me escuchó el señor Presidente y quedamos de acuerdo. Por eso creo que esta conversación ya no tiene sentido (…) A medida que avanzaba, Bartlett iba descomponiéndose hasta molestarse”, relata.

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