23 de noviembre de 2024

Clarin Veracruzano

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Hace 173 años la Armada Mexicana derrotó a la Marina Estadounidense en la batalla naval de Alvarado.

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Por Iván Montiel.

El contexto histórico del siglo XIX se caracterizó por la expansión del capitalismo europeo y estadounidense; lo que condujo a que las grandes potencias de esa época pugnaran por lo que fuera el imperio ultramarino de España.

México, convertido en escenario de fuertes antagonismos entre los intereses de Estados Unidos y Europa, representaba un gran botín. Las riquezas y recursos naturales desaprovechados nos colocaba en desventaja, pues nuestra recién independencia, la carencia de recursos económicos, un estado debilitado por conflictos internos, así como la división de nuestras fuerzas navales y militares; nos proyectaba como una nación fácil de sucumbir ante ambiciones expansionistas e imperialistas. 

Como país vivíamos en estado continuo de guerra, por lo que los periodos comprendidos entre 1838 – 1862, en conflicto con Francia, y el de 1846 – 1848 con Estados Unidos; pasaron a la historia como dos de las épocas más complicadas para el país, siendo la guerra de México – Estados Unidos motivo de esta columna. 

Estábamos por perder el 55% de nuestro territorio tras la firma de los Tratados de Guadalupe – Hidalgo. Aprovechando la oportunidad, Estados Unidos nos embistió con el diseño de una gran estrategia operacional y logística para adueñarse de territorio en disputa, con una táctica que avanzaba no solo vía terrestre, sino que incluía un bloqueo y ocupación de los principales puertos del Pacífico y del Golfo de México. 

Antes de las hostilidades

Invadir a México estaba en sus planes desde 1836, mucho antes de la acción bélica, ya contábamos con registro de buques norteamericanos operando en aguas mexicanas; sin embargo fue hasta abril de 1844 que el comodoro David Conner, quien comandaba la Home Fleet, junto con el comodoro Matthew C. Perry., integrada por 14 unidades de superficie, entre corbetas, vapores, bergantines y goletas. (Conner conocía muy bien nuestra Armada Mexicana, pues había prestado sus servicios en ella), recibió la orden de concentrar su flota en Antón Lizardo, teniendo como misión operaciones de vigilancia en aguas veracruzanas. El 20 de mayo de 1846, Estados Unidos declaró el estado de guerra, por lo que el Comodoro Conner procedió al bloqueo de los puertos de Alvarado, Veracruz, Tampico y Matamoros.

Primer intento por ocupar Alvarado

Fue así que el 7 de agosto de 1846 intenta tomar, por primera vez y sin éxito, el Puerto de Alvarado, empleando para esa misión los vapores Mississippi, Princeton y Potomac; las fragatas Truxton y McLane, y varias goletas cañoneras. Cuando arribaron a Alvarado dispararon sobre la fortificación de la entrada al puerto, organizando un desembarco en lancha, mismo que la guarnición mexicana repelió con fuego proveniente de los refuerzos de playa donde aguardaban la Guardia Nacional de Tlacotalpan y milicia de comunidades cercanas. 

La resistencia de nuestros marinos, de los voluntarios del puerto y comarcas vecinas, aunado a un evento de norte que se encontraba en curso, obligó a la flota norteamericana a replegarse a su fondeadero en Antón Lizardo.

Conner intenta por segunda ocasión capturar Alvarado

El 15 de octubre de 1846, el Comodoro Conner fracasaría nuevamente al intentar tomar Alvarado por segunda ocasión. Esta vez, la escuadra norteamericana se reforzó con dos fragatas de vapor y dos de vela, además de su escuadra menor. Entre los barcos que fueron a la batalla se encontraba el Mississippi, Cumberland, Vixen, Reefeer, Bonita, Mc Lane, Petrel, Forward y Nonata. 

La experiencia del primer intento por tomar Alvarado, obligó a nuestra marina a conformar una estrategia basada en la fortificación de la barra; misión encomendada al Capitán de Navío Tomás Marín, quien de inmediato ordenó al Teniente de Fragata Juan Lainé, fortificar y armar las baterías en los márgenes del río Papaloapan, así como emplazar la artillería a lo largo de la playa con los respectivos destacamentos para su operación.

Por lo que la defensa para esta ocasión quedó distribuida en 5 fortines: 

  • Fuerte Santa Teresa, al mando del Capitán de Fragata Díaz Mirón. 
  • Santa Bárbara, bajo las órdenes del Capitán de Fragata Ramón Palomo Gutiérrez.
  • El Rosario, al mando del Capitán de Fragata Miguel Garrido.
  • La Unión, a cargo del Capitán de Fragata Víctor Mateos. 
  • Punta Sur, bajo las órdenes del Capitán de Fragata Mariano Zelarain. 

Además se integraron al patrullaje de playas, las milicias de Tlacotalpan, de San Andrés Tuxtla y de Oaxaca, con el objetivo de repeler un desembarco. 

El Capitán de Navío Tomás Marín comandó la flota naval mexicana, conformada por los bergantines Mexicano, Veracruzano Libre y Zempoalteca, las goletas Águila y Libertad, el pailebote Morelos y las cañoneras Guerrero, Queretana y Victoria.

Marín internó a la flota en el río Papaloapan para impedir que los buques americanos pudieran salir del cerco, es decir, poner al enemigo a dos fuegos en caso de que lograran cruzar la barra del puerto. 

A las 9 de la mañana de ese 15 de octubre, la flota naval norteamericana abrió fuego contra la barra de Alvarado. Al principio, los cañones de los fortines resultaron ineficaces, pues nuestra artillería era rudimentaria; sin embargo ese factor fue crucial para el triunfo de la batalla, y fue así como el avance tecnológico del armamento norteamericano se convirtió en su debilidad. 

El Mississippi no lograba hacer blanco en las posiciones mexicanas, ya que sus tiros resultaban demasiado largos y volaban a más de 200 metros posteriores al  fortín norte, por lo que el acercamiento de las naves norteamericanas a la costa, era necesario para intentar cubrir el desembarco de sus lanchas y así tomar la cabeza de playa, situación que los puso en desventaja, pues los colocó dentro del rango de fuego efectivo de nuestros combatientes, quienes comenzaron a causar serios daños al enemigo aprovechando el acercamiento de la flota norteamericana a la costa. 

Vapor Mississippi .

Conner pensaba que el norte se iba a desvanecer y así podría navegar con su flota a través de la barra; sin embargo, las condiciones meteorológicas, nuevamente jugarían en su contra. Los vientos del norte impidieron que su flota cruzara, solo el Vixen lo logró, pero fue ahí cuando el teniente Juan Lainé dirigió sus baterías causándole graves daños a la nave. Al mismo tiempo los buques Veracruzano Libre, Zempoalteca y Águila, bajaban sobre el río, con la tripulación ansiosa por entrar en combate y enfrentarse a la flota naval norteamericana, misma que se vio superada por nuestra armada; fue así que  emprendieron la retirada.

Del resultado de esa batalla, se lamentó la muerte del Oficial Segundo del Ministerio Político de la Marina, Luis Díaz Quiroz. Nuestra Armada defendió  los mares heroicamente y evitó que el Comodoro Conner tomara Alvarado para dirigirse desde ese punto a la Ciudad de México.

El desembarco en Veracruz, pintado por Nathaniel Currier en la década de 1840.

Derrotero 🖋:

En la primera mitad del siglo XIX, México contaba con un poder naval de primer orden. Durante el periodo de la Guerra con Estados Unidos nuestra flota se encontraba disminuida, con problemas económicos y en mala situación por mantenimiento. Las dos únicas unidades de superficie que podían haberse enfrentado en igualdad de circunstancias con los barcos norteamericanos no participaron en estos eventos, pues se encontraban decomisadas en La Habana. Habíamos perdido nuestros vapores de guerra: Guadalupe y Moctezuma. 

Vapor de Guerra de la Armada Mexicana «Guadalupe». Década de 1940.

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