25 de noviembre de 2024

Clarin Veracruzano

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Los niños y el confinamiento: lo que debemos saber y hacer

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Alternativas posibles que tomen en cuenta como una prioridad las necesidades y los derechos de los niños y niñas durante la emergencia del COVID-19.
Los niños y el confinamiento: lo que debemos saber y hacer

El propósito de esta nota no es incitar a la desobediencia de las leyes o recomendaciones establecidas por la autoridades pertinentes, sino hacer un llamado a la calma y a la reflexión. Invitar a ampliar miradas sobre alternativas posibles que tomen en cuenta como una prioridad  las necesidades y los derechos de los niños y niñas durante la emergencia del COVID-19 y pedir a las autoridades aplicar las medidas necesarias para salvaguardar el interés superior del menor

Vivimos en sociedades de niños encerrados. A los niños de las últimas generaciones les ha tocado vivir la mayor parte de las horas, cada día de sus vidas, recluidos en una institución escolar alejados de sus padres, o  metidos en casa haciendo tareas y viendo pantallas.

Casi no se ven niños jugando libremente en las calles, plazas y parques, compartiendo en ambientes exteriores con la familia y los compañeritos. Les hemos robado en estas últimas décadas el estilo de vida indispensable para su desarrollo.

Los niños corren de la casa a la escuela, luego a las actividades dirigidas y de nuevo a casa. La infancia en nuestras sociedades actuales está obligada a permanecer en espacios limitados, con escaso movimiento, contacto humano significativo, sol, aire libre, socialización real, juego espontáneo y autorregulado. Pero además, les damos de comer alimentos procesados, con alto contenido en grasas y azúcares. Todo está servido para erosionar su salud integral física y emocional  presente y futura.

Durante la pandemia del coronavirus esta situación se revela cruelmente acentuada.  A escala poblacional los niños han sido los más discriminados a la hora de considerar las medidas para garantizar sus derechos y necesidades.

El COVID-19 ha sido benévolo con los menores a diferencia de otros virus respiratorios parecidos como las gripes estacionales que sí provocan mortalidad en este grupo etario. Pero la sociedad adultocentrista en cambio, se ha cebado contra la infancia y sus necesidades tomando decisiones de confinamiento indiscriminado que van en perjuicio de la salud y el bienestar de los menores.  

En muchas países del mundo afectados por la pandemia los adultos, incluidos mayores de setenta años, que se supone son población de alto riesgo de mortalidad ante el coronavirus, pueden salir al mercado, la farmacia,  pueden ir a los quioscos de periódicos, al cajero automático del banco, también a estancos a comprar tabaco, a las armerías a comprar armas, a pasear al perro para que haga sus necesidades… porque hasta las necesidades de las mascotas son tomadas en cuenta a la hora de considerar las excepciones de confinamiento.

Pero los niños en general no pueden salir aunque sea cerca de casa por períodos cortos con la supervisión de sus padres. Obviamente entre los encargados de asesorar y decidir las medidas tomadas en los países que han decretado el encierro absoluto de millones de niños y adolescentes, no ha habido adultos capaces de dar voz a sus necesidades.

Será porque los niños no votan, ni pueden organizar colectivos de defensa de sus derechos. Entonces les toca permanecer presos durante treinta, cuarenta o sesenta días sin rechistar, en muchos casos sin ver la luz del sol y moverse un poco al aire libre, cuando no tienen ni siquiera un balcón, un jardín, una terraza en sus casas.  Esta es la manera en muchos países afectados han gestionado las medidas de emergencia ante la pandemia del covid-19 …. Luego veremos los costos de salud pública que acarreará este “descuido” adultocentrista.   

¿Qué pueden hacer los padres?

Voy a tratar a continuación de ayudar a despejar algunas creencias falsas que hay en torno al coronavirus y los niños con el propósito de ayudar a mamás y papás a tranquilizarse y tomar decisiones informadas  en beneficio de la salud de sus hijos e hijas para mitigarles los efectos colaterales de la pandemia y las consecuencias del confinamiento.   

Debido por una parte a la novedad del virus, pero por otra al manejo tóxico,  alarmista y a menudo irresponsable de la información sobre la pandemia en medios de comunicación y redes sociales, se han generado creencias falsas en torno a la incidencia de esta enfermedad sobre los niños.

Se ha hecho creer que el coronavirus es una enfermedad peligrosa para los niños y esto hace que se dispare el miedo de las familias a que sus niños enfermen y se agraven. Este psicoterror solo ha contribuido a generar más estrés y dificultades en el entorno familiar y en el manejo de la pandemia con los niños. En algunas familias incluso se usa el virus como el coco que vendrá a hacernos daño infundiendo miedo innecesario con el agravante de usarlo como amenaza para que los niños hagan lo que esperamos, creándoles así más miedo y estrés del que ya tienen para lidiar en esta emergencia. 

El doctor José María Aparicio Talayero, reputado pediatra quien ha ejercido como jefe de servicio de Pediatría  durante veinte años en la provincia de Alicante, y uno de los más afamados expertos en lactancia materna de España,  explica en una serie de artículos publicados en distintos medios de prensa españoles que “la infección por coronavirus tiene una frecuencia bajísima de complicaciones en los menores y en los adultos sanos por debajo de los cuarenta años…” Añade que aunque se han dado casos graves de forma aislada, “el COVID-19, en conjunto, no es peligroso para los niños y niñas”. Indica que en China, Italia, España, países que han registrado altos índices de contagio y de mortalidad, hasta el mes de abril se han reportado escasísimos o ningún fallecido menor de diez años, en alguno de estos países ni siquiera recién nacidos contagiados

Otra creencia falsa es que los niños transmiten más el coronavirus. Es importante saber que por presentar casos leves o asintomáticos, los menores no son un vector de contagio mayor  que los adultos. Los adultos al igual que los niños pueden ser portadores asintomáticos y deben tomar medidas de protección.

El doctor Aparicio explica que no existe evidencia empírica que demuestre que los menores sean más portadores del virus que otros grupos etarios.  Es la razón por la que no todos los países de Europa han restringido a cero las salidas de los niños. Siguiendo las recomendaciones de la OMS,  algunos países como Bélgica y Suiza  permiten que los niños y niñas salgan de modo ordenado a dar una vuelta o a hacer ejercicio con sus padres cerca de casa, explica el reputado pediatra español.

  

También se cree erróneamente que por el carácter movedizo e inquieto de los niños, serían incapaces de atender las medidas de prevención necesarias al salir a la calle, y por tanto deberían quedarse en sus casas durante todo el tiempo que dure el confinamiento.

La verdad es que los niños son capaces de comprender, cooperar más de lo que los adultos pensamos y en cualquier caso estarían  bajo la supervisión de sus padres. Los niños son capaces de adaptarse a muchas situaciones cuando les comunicamos adecuadamente lo que esperamos de ellos, incluso mejor que los mismos adultos quienes transgreden normas y límites repetida e indiscriminadamente. De hecho los niños nos hacen mucho más caso de lo que somos capaces de darnos cuenta.

Aunque  sea razonable o no, les guste o no, hacen casi todo lo que les pedimos cada día: levantarse a la hora que les decimos y no cuando han descansado, dormir a la hora que les exigimos y no cuando tienen sueño, comer a la hora que establecemos y no cuando tienen hambre, ir a la escuela que elegimos unilateralmente encajen o no, sufran o no… Los niños nos hacen mucho más caso del que somos capaces de registrar.

Así que otra vez, no, mamá, papá, adulto lector,  no es peligroso para la salud pública que los niños salgan de forma ordenada con sus padres por períodos cortos cada día durante el confinamiento. En cambio es un riesgo para la salud pública infantil dejarlos encerrados y aquí vamos a desmontar otra de tantas creencias falsas sobre el confinamiento. 

He leído a personas decir que el confinamiento no tiene consecuencias para los niños, que ellos pueden resistir el encierro prolongado sin que les pase nada. Sin embargo distintos sanitarios especializados en atención a la infancia ya dan cuenta de que han aumentado las consultas telefónicas o presenciales por somatización del estrés infantil con síntomas como dolores intensos de cabeza o abdominales, irritabilidad, rabietas frecuentes, pesadillas, terrores nocturnos, trastornos de sueño, huelgas de lactancia, trastorno de alimentación que agravan los problemas de obesidad, todos síntomas asociados  a la situación de ansiedad, incertidumbre y encierro que viven los menores. 

La misma Organización Mundial de la Salud recomienda  que aún en la pandemia los niños deben poder salir aunque sea una hora al día de forma ordenada con sus padres para tener actividad física al aire libre. Como sociedad estamos en el deber de organizarnos para asegurarles el derecho a la salud a todos los niños y niñas.

A menudo repito que cuando podamos ver toda esta sacudida en retrospectiva, con suerte, nos daremos cuenta de que la mayoría de los daños de la pandemia no han sido provocados por el coronavirus  y que si no nos revisamos seriamente como sociedad, estamos acabados.

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