24 de noviembre de 2024

Clarin Veracruzano

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El aburrimiento de los niños durante la cuarentena, clave para su desarrollo

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Los expertos explican que cuando tus hijos se ven sin actividad suele ser la ocasión en la que su creatividad emerge con más fuerza

El cóctel explosivo que está siendo para las familias que toda España esté en confinamiento por el avance sin control del coronavirus hace que con frecuencia los padres y las madres tengan que ser progenitores, trabajadores y educadores al mismo tiempo. Todo esto provoca que muchos vivan con la preocupación de que en estos días sin clase, sus retoños se queden retrasados en sus estudios o tareas y, por ello, estén constantemente sumergidos en un sin parar de actividades que les estimulen, ya sea leyendo, haciendo manualidades, estudiando o repasando. Pero mantengamos la calma: sin llegar a enchufarles a la tele o a la tableta, sí que podemos permitir que se aburran, aunque sea un rato cada día. Dependiendo de la edad de tu hijo, esto será mucho más fácil o difícil lidiar con ello.

Pero la verdad, y lo avalan los expertos, es que el aburrimiento despierta la creatividad. “Si los niños están permanentemente ocupados (en el colegio, con clases extraescolares, con amigos), no tienen tiempo de inventar y fantasear. Cuando están aburridos, inmediatamente buscan nuevos desafíos, y por lo tanto desarrollan su creatividad”, incide Pilu Hernández Dopico, educadora.

Y los beneficios son infinitos. “Es una oportunidad estupenda para explorar nuevas áreas del conocimiento”, prosigue. “Tan solo hay que probar con dejar a un niño en una habitación con un cordel en el suelo, ese cordel pasará a ser una espada, una cometa e incluso la vacuna del mismísimo coronavirus”.

Hernández Dopico propone un estuche de supervivencia para combatir el aburrimiento: “En él, estaría muy bien que hubiese témperas fluorescentes, ceras, plastilina, pinturas, rotuladores, goma eva, cartulinas, tijeras, pegamento, papel charol, cartones de huevos, de leche, cajas de cartón, de zapatos. Alucinarás con lo que son capaces de hacer los niños con todo esto”.

La obsesión porque nuestros hijos no se aburran

“No debemos preocuparnos tanto e, incluso, obsesionarnos”, añade la experta. Es mejor dejarles que se aburran y observarles: “Así podremos conocerlos más y saber sus gustos. Es más, debemos dejar de dar tanta importancia a esto. ¿Quién no se ha aburrido alguna vez?”. Para ella, el problema actual con los niños es que están sobreestimulados y “lo que necesitan es pensar y así aprender a utilizar su mente, que es increíble”, explica Hernández.

“Estamos dejando de lado la creatividad de nuestros hijos. Los pequeños siempre trabajan ante un prototipo, los padres podrían usar el juego simbólico y déjales jugar. Eso les ayudará a desarrollar su autonomía e independencia y a ser más resolutivos, una cualidad importante hoy por hoy”, termina la experta.

Núria García Alonso, psicóloga infantojuvenil y directora de Ayudarte Estudio de Psicología apoya esta postura. Para ella, los padres deben potenciar la creatividad en los momentos que perciban que su hijo se está aburriendo, ya que la educación no se basa en pasar horas estudiando delante de un libro: «Existen infinidad de opciones para invertir en el desarrollo de los niños, y siempre se ha de apostar por aquellas que, aunque se salgan fuera de lo “normal”, traigan como resultado la felicidad y el beneficio de los pequeños”.

Los padres también deben aburrirse, pero con control

Según mantiene la experta, los padres tienen que aburrirse, pero demasiado: «Hay que recordar que en el término medio está la virtud. En estos tiempos donde todo ha de ser inmediato, virtual, “en la nube” qué mejor que poder tocar, aburrirnos con nuestros seres queridos: un tedio fabuloso». «Ahora es cuando nos estamos dando cuenta de lo verdaderamente importante, como las relaciones humanas, las relaciones con los demás, y esto nos lo da el aislamiento, el aburrimiento», prosigue.

Hernández Dopico es de la opinión de que cuando acabe todo esto vamos a cambiar de actitud, dando mayor importancia a algo tan simple como dar un paseo, reunirse la familia al completo sin esperar, por ejemplo, a que lleguen las navidades. «Creo que tenemos que sacar lo positivo de todo esto. Ya se está viendo cuando salimos a los balcones a aplaudir, a cantar, todos a una. Pienso que, por una vez, el mundo se está humanizando», concluye.

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